septiembre 06, 2008

Zapatillas doradas de bailarina

Sólo fui por unos tragos. Y, entre malos chistes, el rumor de las voces eternamente solitarias, las formas apagadas de mis compañeros de parranda, la ansiedad de las bocas y las miradas, la negrura de las horas derramándose en las copas, miré al suelo. Los pasos cándidos se aproximaron, las zapatillas de bailarina, las zapatillas doradas de bailarina; los pies más hermosos que haya visto en mi vida, alcé la mirada y unos ojos tristes sostuvieron a mis ojos tristes. Ya la conocía de años pero jamás sospeché tanta belleza bajo los tobillos. Ebrio, me arrodillé y besé sus empeines, acaricié el paño dorado, luego me incorporé despacio y besé sus labios. Es una mujer tan ordinaria como yo puedo ser y soy un hombre ordinario.

Alguna vez escuché decir a una mujer que sería capaz de entregarse a un hombre que le permitiera besarle los pies. La imagen era tan horripilante... pero hoy lo comprendí: “a sus pies, señora”, dije, acaricie su calzado, ella me levantó con una ternura indescifrable y me besó.

Y aquí estoy, con la imagen de los pasos cortos y la piel blanquísima, del tacto de las nubes y el olor de un Jolly Rancher de sandía, tratando de entender, ese, mi primer fetiche.

4 vistazos por la ventana:

*Biquie* dijo...

Uy!!!! qué emocionante suena tener un fetiche :D Yo los conozco de oídas... no tengo uno propio. He de confesar que los pies no me atraen para nada de fetiches ni me inspiran amor o confianza o nada... pero las manos... creo que yo me podría enamorar de unas manos con facilidad ;)

**La Bruja** dijo...

Wow... yo también me enamoraría.

caracol dijo...

mientras ese fetishe no vaya acompañado del fetishe de las cosquillas, todo está bien.
a mi me dijeron un día que tenía pies de pedro picapiedra. gustas??

Victoria Aupart dijo...

conectateeeee!!!

 
Elegant de BlogMundi