septiembre 29, 2007

La exposición

Me cobraron veinte varos en la entrada, tomando en cuenta que era un barrio peligroso y periférico de la ciudad, eso se me hizo un fraude (soy bien codo). La exposición de grabado fue montada en un squash: harta imagen de luchadores, tevés con devedés con nombres raros y el listoncito de inauguración era rosa, casi lloro. Esta parvada de artistas plásticos de la UNAM, se desvivían por halagarse los unos a los otros, todos con caras de ojos entrecerrados, las chicas con cigarros largos, hablan despacio, utilizan muchas interjecciones, entre tragos de tequila y pulque, se las gastan de genios y comprendedores de todos los secretos del universo, folklóricos, mexicanisimos, odiadotes de todo lo que sea cliché, plástico o reconocido, bueno, eso escuché decir a uno mientras se daba un toque de mota, yo, como era el más viejo de todos sólo callaba mientras le veía las tetas de reojo a alguna o las piernas a otra, nadie ahí tenia más de 22 o 23 años. Alguna me vio raro porque traía una botella de Jack Daniels en la mano. “Qué pedo con la gringuez” le susurró la alguna a un tipo. “Abrías de preguntárselo al tipo que grabó un tonto devedé” le dije. Me echó unos ojotes, que de no ser porque no estábamos encuerosytrenzados, abría podido pensar que eran de éxtasis; pero no, la alguna estaba emputadisima, luego supe que ella era la divina hacedora de tan épica xilografía. Chale pensé, que buenas caderas tiene, pero un ¿devedé?
Luego empezó una banda y todos salieron en manada al patio y ya nadie peló la súper exposición. Una chica daba saltos y gritaba tratando de cantar una canción de los Yea’s, se agachaba con el micrófono hasta las rodillas o se sobaba con harta fruición las tetas antes los clásicos ¡pelos, pelos, pelos! De los entestosteronados asistentes a la departición. Yo con mi guisquito y una amiga de mi hermana que parecía nomo, no se me mal interprete, está bonita, pero es muy chiquita, no sé por qué tengo efecto con las chiquitas. ¿Serán las manos grandes o que las abarco con facilidad, será la panza, será que Froid se acelera con las teorías de incesto subconsciente? El eterno amor a la autoridad, tal vez porque a las chavitas los grandes les parecen interesantes, no le pregunté su edad, pero no pasaba de 18 años. No sé que tanto le dijo mi carnala sobre mí pero estaba como lapa, y pos yoyoyo sólo soy un borracho, luego se dio cuenta y se aburrió un poco pero ya era tarde para cazarse a alguien más. Así es la vida, tú.
Surf y que se aceleran toditos, se toman de las manos y empiezan a brincar, chingao, no sé si ya estoy viejo, pero así no se baila, me abalanzo al centro de la bola y di dos o tres patadas y manotazos y todos me respondieron igual, todavía me duele una costilla, pero valió la pena, se soltó el slam se abrió la bola y aquella siempre loada y agradable efusión de gritos y malas palabras. No se baila así, pero que chingón es soltar un poco de penas a putazos. Adoro estar vivo.
Acabado el asunto vinimos a mi casa varios, salió bien, cervezas, música cursi, promesas de futuras alianzas con estos pintores mierderos y chafas, bueno, eso digo yo que veo a Bob Ross y lloro de la emoción. Además también lo digo porque me caen gordos, no me caen gordos ellos, sino esa forma plástica, posada y cliché que tienen de ser, un cliché es detestar a los clichés, digo yo que solo los escuchaba mientras me acababa toda la botella de Jaquie yo solito. Bueno, me desperté a las cuatro de la tarde y aquí estoy. Buenas noches.

septiembre 26, 2007

Cómo te diré adiós

“Comment te dire adieu” canta la fransuá Járdi bien mona moviendo las caderas a la slowly A Go Go en mitad de la NadA con coche y piano y me parte el corazón. (Lo pongo en francés porque suena más condechi, JA, la neta es que no sé qué significa) En realidad quería un buen sound track para tomar tesito de toronjil mientras espero a que algo bueno se me ocurra, pero nada se me ocurre. Sólo que ese tonto violín y esos susurros me hacen chillar, enserio, nada más porque no puedo pegar mis mocos al post pa que conste en actas que no miento.


De pronto la oscuridad me recuerda los jardines de la ciudad prohibida y el tambor de los jenízaros frente a las almenas de Jerusalén. Los niños echados a la nieve con dos balas en el fusil y las órdenes de no volver a la vieja San Petersburgo. Detesto a los izquierdosos que se ponen a pedir Boto por Boto, (qué actual) y a los persignados que regalan tangas en el norte. Me pregunto qué pensarían los jesuitas de los masones que aparecen en las pinturas agarrándose el falo simbólicamente. Tal vez magdalena escribiría en la FEM y Chucho sería una suerte de Pedro Infante post ultra hiper supra infra contemporáneo, con toques minimalistas, animalistas, realismomagiquianos, y etc, etc, y etc. Qué intelectual soy. Los cascos se derriten sobre las sienes del agua, esta puta que es la tercera cortesana preferida de Apolo va directo a su destrucción, todo es cuestión de tiempo. Y qué si hoy murieron cincuenta y seis iraquíes y en la tele salen los cachetitos tiernos y adorables de un niño lloroso sin una pata y con la nariz llena de sangre. Quiero un güisquito. Después el amigo Buch se rasca su uñita larga, esa del meñique de la mano izquierda, con la que seguramente se mete sus cocasos, hablando de la pertinencia de un escudo antinuclear en la frontera con Rusia, como si eso fuera a resolver que un botón rojo fuera la apoteosis de millones de años de evolución, somos la cosa más ridícula que ha existido en el universo. Unos malandrines me envían un video donde despellejan a unos mapaches vivos, y se me retuercen los ojos y tengo ganas de agarrar un machete y hacerle lo mismo al imbécil del video. Arriba el acero y bajarlo como látigo sobre su carne, destazarlo, tasajearlo, apretando los dientes, desollarlo, hasta que me canse. No merecemos estar vivos, maldición hijos de la chingada, arrg, neta a la re chin ga da. Somos pura mierda, mierda y mierda, deberíamos desaparecer como especie.

No sé si eso sonó interesante. Pero soy rebueno para eso, me la gasto de sabihondo y de luchador social y de horrorizado de las desgracias ajenas, pero hay que escribirlo en un blog escuchando música francesa, con un tesito calentito, rascándome la nalga izquierda y la ingle ahí junto a la zona perineal y más arribita, ah, aahf, ay, aaaayy, me siento más tranquilo, ya me mentalicé de reflexivo y de buena persona ya que dije que me duelen las injusticias puedo ir a dormir en paz.

Hecho mi berrinche y operada la catarsis, todo va. Mañana voy a sogem y oleré el cuello de elizabeta y me perderé en las pupilas de abia y el sólo echo de ver a biquita o escuchar algún tonto poema de amor de ester hará que la amargura se esfume. Tal vez salga ahora mismo a ver la luna redondota oliendo las azucenas de mi madre. Ay, qué adorable soy. Tengo una sensación de liviandad y de expectativa hacia el vacío que es el tiempo que no he vivido. No entiendo qué es ese algo que me idiotiza de los movimientos en los otros, es una magia de genoma que retoza en la dermis de las personas, que me hace adorarlas. Esa misma cosa que en la epidermis guarda toda la negrura y estupidez de que somos capaces. Entiendo al pequeño Atreyu frente a las dos esfinges. La belleza también es aterradora y malévola. Sigo pensando en cómo te diré adiós, fransuá, adiós.

septiembre 21, 2007

Otra vez será la historia

Me clavo en los dinteles del desierto

donde nada duerme en derechura

de las dunas

ni derrama sus líquidos contornos

pues no hay nada


Poso la testa

sobre el paso de los bípedos caminos

que son puentes desprovistos de señales

condenados a fraguar sus silencios de cantera


Vuelvo sobre el oleaje casto de indicios

y baldosas o areniscas

marea de ciclos de narvales

de fondo ultra celeste de cometas

suspendidas en la atmósfera marina


Me hiela el renegrido agosto de los trópicos

a donde nunca fui a retozar

bajo las copas de las palmas

de piel de son y de salera


Ya no recuerdo los vértices

linguales que apuntaban

la púber hechura del primer cosmos

en sonsonetes de rabia o de lindura

cuando nada disgregaba

la turbia fluidez del universo

incorporándose en la dermis de las cosas


Voy estándome en la figura del ocaso

en las líneas del silbido de los vientos

sobre el espasmo terremoto de las rocas

bajo el lumen de torrente de las aguas

entre los arcos de relente del sonido

en la flora humeante de las teas

o la inminente destrucción de las almenas


Voy estándome en este ciclo

de siniestro cataclismo de planetas

no olvidaré que fui cosa de olimpo

y de charcales sin recintos ni laderas

de nada será la tejedura de mi forma

que volverá al punto de concéntricas estrellas

y otra vez será la historia.


Chikas, hay me dicen que opinan ¿no? es pa'l relajito de lectura por alumnos en el teatro de sogem

septiembre 20, 2007

¡Qué viva el rosa!

Qué chulo es el rosa. Carajo. Si el cielo fuera rosa… es que a veces me canso del azul. Cuando sea presidente mi primera iniciativa de ley será que el cielo se ponga un vestidito rosa, qué mono. El día del grito me voy a poner un traje obviamente rosa mexicano, con zapatos de ante y un panamá blanco de ladito, saldré al balcón presidencial, y, ante una oleada de mexicanas y mexicanos, gritaré con orgullo ¡Qué viva el rosa! Y todos felices me secundarán ¡Qué viva!

septiembre 19, 2007

Y yo chípil ='(

Hace rato estaba lloviendo y yo viendo desde el jeep blanco del Arturo; las patas mojadas, los pelos mojados y todo mojado. El tráfico de la mierda y harto frío, pues que me pongo chípil. Lo malo es que iba la María y tenía que guardar compostura; con Arturo no hay bronca. Así que me acordé de una notita de queja que le hice a la lluvia.

"Tin, tin, toca, ton, ton. Tanto tanteo tienta la tierra. Tan, pis, pas, tan, pis. Se hace pipí el cielo, se hace pipí. Moja, me mojo, y todo mojado; qué magia, imagina que somos pescados. Chapalea, chapotea, chispotea. Chapa, chipichape, chapa. Ay, si se suelta severa, se suelta aguacera; si se suelta chispita se suelta chiquita. Y yo chípil, yo chípil. No va el chapuzón, no va el chapuzón".

Después de recordarla seguía lloviendo, el tráfico seguía de la mierda y yo seguía chípil, bueno, algo menos porque hice reír a Arturo y a María, y la verdad ver sonreír a dos personas hermosas es bien reconfortante.

septiembre 17, 2007

Bla

Bla.

septiembre 16, 2007

Adoro a las mujeres con todo ese pantano de ñoñerías que traen bajo el seno izquierdo, con toda esa sublimidad que a veces guardan bajo los cabellos, con todo esa escatológica, húmeda turbulencia, viscosa, líquida, que hay entre sus piernas (MMM qué rico, lo digo literal y literariamente hablando, o sea enserio). Caca, culo, pedo, pis, como esa canción infantil (chilena donde decir culo no es blasfemia, pinches persignados, lo digo porque nunca falta quien)

Eso es el amor: compartir fluidos. Ya las verdaderas porquerías vendrán con el tiempo, que si los celos, que si el engaño, que si te dejo, que si te vas. Tarará. Ay, así es la vida.



Correción: Resulta que el grupo es español y se llama los Punkitos o algo así.

El caso es que al final se fueron a casa juntos y yo ya debía sentirme afortunado de que no me soltara una cachetada y el Tavo me golpeara

Odio que las personas lleguen tarde, a veces yo soy impuntual pero detesto que las personas lleguen tarde, que alguien llegue tarde es un tan odioso como tener que leer que una persona odia que las personas llegan tarde, pero no sabes que odias más, si el hecho de que también detestas a las personas que llegan tarde, que detestas a los que detestan a las personas que llegan tarde, o que cuando te lo hagan saber ya es tarde para dejar de leerlo y eso también es detestable. Tarde.

T A R D E (y no es título)

Bueno, el punto es que ayer Paty me hizo esperar cuarenta y cinco minutos y decidí largarme al reven sin ella. Luego, ya estando yo en la fiesta, tuvo la genial puntada de decirle a la Yuni que me hablara por teléfono. Tartamudeé cuando noté que era Yuni. Para reclamarme que yo había quedado de pasar por Paty. Recurso que ya le conozco a Paty, tiré la mitad de una cuba sobre la mesa. “tú ¿vas a venir?”, digo. Que sí, que ahora fuese por ella y Paty: “Lo voy a pensar” le dije a Yuni. En ese momento los comensales cercanos me miraban gozosos y risueños. Dijo adiós con ese sonsonete infantil que usaba siempre; entonces imagine, ay, los ojitos entrecerrados, ay, el rostro de ladito, ay, el mechón de cabello sobre la ceja y, ay y ay, el hoyuelo de la mejilla. Ay. Cuando colgué tenía ganas de asesinar a Patricia y como la verdad es que ya me controlo con las demandas de la Yuni pues seguí en lo mío. Ya se sabe, uno asimila el veneno con facilidad después de múltiples dosis. Nadie dijo nada, ya saben que cuando me pongo idiota es por ella y saben que nadie debe decir nada so pena de querer pelear, lo saben, un buen rato conmigo y pues que flojera, igual yo no estaba para eso, lo sé.

Llegaron un par de tipos en moto con unas chicas bien bonitas. En ese momento John tarareaba una canción de Lupillo Rivera, Leti lo miraba anonadada, es que John odia a muerte la música mexicana “¿Qué? mi vida, es que hoy es quince”, le dice a Leti. Los jinetes se apean, varios no podemos evitar ese morboso gesto masculino de mirar mientras las chicas desmontan de las motos. Alguien brinda. Parece que fuimos diseñados para escudriñar, es bien curioso, es como un imán. “Salud, camarada”, digo. A veces es tan compulsivo, poderoso infranqueable. Prendo un cigarro. El deseo de mirar, bueno, no es que uno sea un degenerado, bueno a veces, sí, bueno, bu,e,no, “Va a venir Yuni, yupi, yupi”. Pero uno debería poder mirar las cosas a gusto, eso digo yo. Que también las chicas son finas para eso, y es genial cacharlas en plena mirada braguetera. “Yupi, yupi”. Y hasta alguna -me tocó notar- que salivó. Fumo y fumo. Los ojotes que peló, Lo juro. “Salud otra vez”. Pero hubo una mejor, que hasta me desternillé de la risa. Tomo y tomo. La chica en cuestión, después de mirar, se mordió -con lascivia- (que chula palabra) el labio inferior, allí, junto a la comisura. (Hoy estoy cayendo muy bajo, pero me vale, al fin que nadie me lee) Al darse cuenta que yo me di cuenta, me dijo: has de cuenta que no viste y pues ni en cuenta. “Salud chingao”

En fin que lo de siempre y ya estoy cansado y no hay nada de nuevo y como dice Guillermo Vega y Bartleby: ya todo lo escribieron los griegos. “Hic” Pues hice lo de siempre y pues me puse hasta el carajo. “Hiuc”. Con todo lo que me pusieron enfrente. No soy dado a respetar ese convenio que todo alcohólico. “Hic”. Hace: jamás tomes varios tipos de bebida en una misma peda, eso es malísimo al día siguiente (aun lo resiento) A mi me vale madres. Anoche pasé por una variedad bien variada, ¿si me explico? Y bueno, lo bueno es que me dopé con metadoxina que es buenísima para paliar los efectos de la borrachera y bueno y según al otro día no te da resaca, bueno. Pues amanecí resacoso, malo, y eso que me tome dos pastillas, muy malo, eso me asusta, malísimo. Soy un borracho borrachisimo, ¿sí me explico? Bla. “Hic”.

Un amigo ligó con una chica muy bonita, Diana se llama. “No, camarada, hic, ya no tengo cigarros”, me palpo la bolsa y ahí están. Diana tiene el cabello más lacio que haya visto. No sé en qué momento se abrazaron, llegué por detrás de mi amigo y le plante un beso en la boca a Diana, él ni se dio cuenta, (neta, neta, no es choro) pensé que Diana se enojaría porque, excepto por los holas y las sonrisas de comentarios mutuos, éramos completamente desconocidos, pero no, eso le cayó de mucha gracia y al rato platicamos mucho, con el consabido juego de miradas molestas de Tavo. Diablos, adoro, amo, idolatro, me derrito, muero, mato (suena a mal poema de Girondo (el mío, no Girondo (bueno, a veces también Girondo) que conste en actas) pero ya qué) y resucito por ese par de gloriosos hoyuelitos que las chicas tienen entre la cadera y la espalda. “-Que no tengo cigarros- digo. -Ya te vi la caja- dice y le digo, ¿qué le dije? Le dije: bueno, no quiero darte”, me hace cosquillas y le doy. Pues Diana tenía unos bellísimos. El caso es que al final se fueron a casa juntos y yo ya debía sentirme afortunado de que no me soltara una cachetada y el Tavo me golpeara. Snif. “-¿Sí?, digo. -¿Vas a venir por nosotras o no? (¿suspiráis princesa?, sí me piro) Si, hic, claro, Yu. –Pues apúrate. –Ya, hic, voy hic, yu, hic”. Nunca fui.

Ahora pienso y repienso, bueno, no tanto, ¿por qué no fuistes pedazo de animal? Ya van cerrando los tonos luminosos por el poniente. Galileo se empanturra (esta también está rechula) sobre las escaleras y se tapa los ojos con las patas. Me estoy quedando sin palabras ni ánimos. Recuerdo a la inconmensurable de Olivia. Dejar la viveza sobre el dorso hundido, con el coraje de la última vez y el tic, toc, de su pecho por la espalda. No reparo en el recuento de daños. Adoro a las mujeres con todo ese pantano de ñoñerías que traen bajo el seno izquierdo, con toda esa sublimidad que a veces guardan bajo los cabellos, con todo esa escatológica turbulencia, viscosa, líquida, que hay entre sus piernas (MMM qué rico). Yuni. Mis pasos van sobre las huellas de todos los hombres. Así es vivir. Y no sé a dónde van las huellas de todos los hombre, tampoco creo que todos los hombres hayan pensado con mucha mesura a dónde ponian las patas para dejar esas huellas. Ya me cansé. Fin.

ODIO A LOS IMPUNTUALES.

septiembre 10, 2007

Tranquilidad

Estoy entre Pellicer, una tasa de café negro y bajo el auspicio de la novena a la alegría. Quiero momentos así todo el tiempo. Tranquilidad.


Algo en mi sangre viaja

con voz de clorofila.

Cuando a un árbol le doy la rama

de mi mano

siento la conexión

y lo que se destila

en el alma cuando alguien está

junto a un hermano.


Sorber el café en el Molto vivace, presto a. Cuando apenas empieza el viaje, acomodarme en la cornisa a modo de sillín de diligencia.


Yo te saludo, bosque,

Desde la incomodidad

de mi impericia.

Tú eres

Lo que yo hubiera querido ser.


No hay sol, ni viento, ni ruidos, apenas algún invisible coche que, lejano, rompe el silencio detrás de "la alegría". Las azucenas de mi madre acaban de florecer, hace mucho no veía flores tan hermosas y coquetas. Quiero momentos así todo el tiempo. Tranquilidad.

septiembre 07, 2007

Y Yuni no salió

Pasa que alguien oprime un interruptor sin saberlo, pasa que una imagen viene a la cabeza, pasa que esa imagen trae consigo otra y juntas son los recuerdos (qué trillado) Entonces me veo frente a la casa de Yuni con una pinche guitarra desafinada, hiposo y mal parado cantando tontas canciones de amor. Pero Yuni no sale.

Y son las once de la noche, y John me invita una cerveza y llega Geovas, y al rato aparece Tavo y Oscar. Y debo llegar a hacer trabajo. Y no sé cómo vamos por la carretera escuchando a Bach seguido de Juanga, luego Caruso seguido de la Durcal. Eso sí es música chingao. Y serenata a la novia del john, el padre de Leti nos corre entre maldiciones. De alguna parte salió Daniel con una moto y un jardín bastante acogedor. Ya vamos con José Alfredo y Karl Orff. Nos detenemos frente a la casa de la ex de quién sabe quien y le grito que la amo y quién sabe quien pone cara de borracho furioso y quién sabe quien me quiere golpear pero termina vomitando. Estoy cansado de esto, estoy agotado de no poder recomponer el paso y estarme quieto como la gente decente. John habla de García Márquez y le tiro el libro por la ventanilla; a mi que chingados me importa ese, John frena y por su amistad tengo que salir a recoger el estúpido libro del estúpido amor en los tiempos del cólera, y me acuerdo de G. Ca-ín, el autorretrato, las cosas pendientes. Y regreso y me da otra cerveza, pone a Delgadillo y le cambio a unas norteñas. Estamos frente a la casa de Yuni, me duelen las rodillas y no sé porque me viene a la cabeza otra vez G. Ca-ín: Libertad, cuántos tangos se comenten en tu nombre. Pero esta nostalgia de Yuni no llega ni a PENSAMIENTO de Estéreo Joya. Y ya había dicho que Yuni no sale. La calle es estrecha y de alguna parte se oye un grandioso y cascado: ya déjenme dormir pinches borrachos, yo soy el chile de esa vieja. Arde Troya bajo mi ridículo paladar y le suelto un siseante: ¡tu madre, pendejo! Se ríe ahogadamente y canta amorsito corazón y no vuelve a molestar. Y reniego de mi pueblo y de la calle, y de la pinche guitarra desafinada, y de mi poca y pobre voluntad, y de los ebrios que me acompañan, y de Daniel dormido en el asiento trasero, -¿y la moto? Y no sé- y grito: Yuuuuniii, y pero Yuni no aparece. Y meto la estúpida guitarra a la estúpida cajuela y en eso sale la abuela de Yuni, y regaña a todo mundo, y pero yo me quedo escondido tras la cajuela abierta. Eres un zacatón digo y me dicen pero tampoco me importa. Y mejor que no me vea.

Nadie se da cuenta cuando enciende ese interruptor. Estoy acostado dando vueltas, me acuerdo de los labios de Yuni, del lunar en los labios de Yuni, ese sabor dulzón de su lengua, los ojos entrecerrados. Yuni. Los pinches pájaros no me dejan dormir. Quiero levantarme e ir al trabajo que no tengo, desayunar hotcakes como ayer. Yuni. Escuchar a mis padres conversando, salir en la bici a ver a los niños boxeadores de la plaza. Yuni. O al gritón de la parada que se parece a Alonso Quijano. Yuni, nadie sabe cómo apagar ese interruptor. Y Alonso recita tontos poemas de amor. Yuni. En el micro por unos pesos. Yuni. Quiero volver a casa y sentarme en las escaleras de la entrada a acariciar a Galil. Pero estiro los dedos de los pies y las sábanas me molestan, tengo la boca amarga y estoy solo. Y no sé porque me acuerdo de Zita y ya ni la veo y de los días que andaba en el Espartaco y Yuni no salió y de la primera vez que la vi a la Yuni en su fiesta de quince años. Yo ya tenía veintiún años. Y Yuni no salió. Pero no pude dejar de amarla, bah, bla. Amarla a la Yuni la y no la salió la.

septiembre 05, 2007

Felicidad

Hoy:

  1. Desayuné hotcakes.
  2. Hurgué en el blog de Tina Marie y entendí cosas de una mujer que antes no sabía.
  3. Leí “El libro de todas las cosas” de un tirón (como lo esperaba el autor)
  4. Me regalaron un libro autografiado. (“El correo de los Narvales” de David Huerta) Y me lo obsequió mi maestra favorita, que es bellísima literal y literariamente hablando, y además es muy sabihonda.
  5. Vi una versión de la bella y la bestia que me hizo llorar.
  6. Fume diecisiete cigarros.
  7. Me prestaron un libro de poesía infantil que está genial.
  8. Reí como enano en una conferencia sobre comedia.
  9. Recibí varios abrazos (algunos de chicas muy bonitas y que quiero mucho)
  10. Escuché diez mil veces “Un buen día” de Los planetas.
  11. Cené un delicioso guisado de soya con setas y queso.
  12. Me escribió una vieja amiga.
  13. Pude tocar una canción que nunca me había salido.
  14. Un amigo muy querido me invitó a una fiesta.
  15. Y escribí un poema de esos que lo hacen sentir a uno especial.

Todo en un día. Me da rabia creer la mayor parte del tiempo que la felicidad no existe. Pero hoy fui muy feliz.

septiembre 03, 2007

Juegos de caza

Vamos en coche por la carretera. Es de madrugada y hace frío. Nassau en la radio. Nati, Patricia y yo atrás, Chepa y un tipo que no conozco adelante. Nati dice cosas que no quiero escuchar, mueve el pie y la cabeza, mira por la ventanilla. “No puedo dejar de pensar en ti”, eso es un cliché, casi le digo. Me acaricia la nuca, sus dedos están helados cierra los ojos y me besa. Trato de devolverle la cortesía y termino lamiendo su nariz. La cabeza me da vueltas y me duele la frente. Nati se ríe, canta y me ignora. Ya no quiero estos juegos de caza y azaroso destino. Pero voy a la carga y meto mi brazo por debajo de su chamarra, ahí lo dejo, no quiero ir más allá. Sólo sentir como respira y el dulce olor de su cuello. “¿Qué quieres? ¿Quieres que cojamos?”, dice y no contesto. Las líneas blancas sobre el asfalto, las luces de los autos en sentido contrario, Mecano en la radio. Ya no entiendo los ritos ni las frases que rompen la dureza y elevan la vanidad de una mujer, eso no me importa ahora. Cierro los ojos y pienso que ella es otra Nati y yo la amo, pero no la amo. Tengo la boca reseca y ya no la quiero besar, pero lo intento y ella accede. “Quiero que estés conmigo”, le digo, y pienso que eso también es un cliché. “¿Sí? Pues yo no”. ríe burlona. Algo se acciona dentro de mí, subo el brazo y toco su seno izquierdo, nos besamos largamente. Pongo el brazo donde estaba. Sanz suena ahora y canto en voz baja, cerca de su oído. “Yap, eres un ridículo”, dice. “¿Te gusta besar a los ridículos”, digo. “Eres un tonto”. Saca mi brazo de la chamarra y se voltea. Platica con Paty. De vuelta paramos frente a su casa, sale del coche con trabajos, deteniéndose en todo, y me bajo con ella. “Hoy no va a ser”, dice. “Lo sé, tú”. La abrazo entrelazando mis manos para que no pueda soltarse, pero ella ni lo intenta. “Háblame al rato, TÚ”. Me besa pero me quedo quieto, con los labios pegados. “Háblame”. Dejo que se desprenda de mí, escucho el pestillo de la puerta y me voy a casa. No pienso llamarla.

Pero lo hago. A la tarde estoy en una mesita con café y un chico canta canciones de Delgadillo. Nati se extralimita con las risas y las anécdotas; se suelta el cabello y al rato lo vuelve a recoger. Tiene un hermoso cabello largo y rizoso que cae por la nuca como ventarrón de agua encrespada. Ya no intento nada, ni siquiera hablo de lo de anoche. Nati me toma de la mano, me mira fijamente. “Me llamo Natalia, ¿y tú?” no deja que le conteste. “No me digas, no quiero ni cruzar palabra contigo”, me besa el ojo derecho y voltea, llama al mesero. “Tengo que ver a Carlos”. Carlos es su novio. Todo el camino de vuelta vamos tomados de las manos y en silencio. “Ahora yo te hablo”, dice y entra a su casa.

El celular suena y es Nati, pero no contesto. Quiero dormir y dejar de pensar en sus pasitos y sus empeines blanquísimos, sobre las sandalias de terciopelo azul. Tengo una leve sensación de felicidad. Juegos de caza y yo sólo quiero estarme en paz bajo las sábanas. Envía un mensaje: No sé porke no kontestas tonto, tú te lo pierdes.

septiembre 02, 2007

Quince años.

Llego a casa después de la fiesta. Aquí está la mitad de mi familia, no sé quién es la mitad de ellos. Brindis aquí y allá. Festejamos a una niña que cumplió quince años. Es una niña preciosa, con una pequeña cintura y unas tetas de chica de veinticinco años pero tiene solamente quince. Sus ojos viven detrás del gran peinado y la piel bronceada, las clavículas bailan. El sonido de su vestido no deja de sisear aquí y allá. Yo tengo veintiocho años, ella tiene quince pero es una pequeña mujer hermosa. No hago nada más que mirarla. Camina aquí y allá, sonríe, no sabe que la miro, bromea, se cansa de ser ella sola, de andar bajo su dermis de adolescente, pero yo no dejo de mirarla como una mujer. Escribo esto, estoy ebrio, escribo y estoy ebrio. No me importa nada, sólo mirarla contoneándose con su vestido de nueva mujer, con su gran bonanza sobre los ojos de todos los que la rodeamos. No deja de ser una niña hermosa y yo no puedo dejar de mirarla. Brindo yo también, brindo y todo gira, todo se va y somos otros, pero ella no deja de ser la pequeña ninfa salteando los ojos de todos los que la observan. No puedo dejar de mirarla, ella, ella no puede dejar de ser y yo no se lo reprocho, sólo la miro.

 
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