noviembre 24, 2008

Me voy

Francamente ya no sé sobre qué escribir. Francamente estoy cansado. Francamente me tomo la molestia de despedirme no por quién me lea, que sé, son muy pocos los que lo hacen. Más bien me despido de mí mismo, me despido porque dEbO aprender a cerrar círculos. Me despido porque este pequeño rincon valió la pena. No lo borro porque seguramente me dolería mucho y porque, sé, seguramente algún día volveré a asomarme por estos vidrios sucios y resquebrajados. Adios a todos los que alguna vez me leyeron, bueno, hasta la vista.

Hasta pronto ventanita.

octubre 29, 2008

Hace años

Quiero ir a meter los pies al río que pasaba por el rancho de mi abuelo: las cosquillas de los arbustos sumergidos en los dedos, el agrio olor de los zarzales de la orilla, la tarde menguando entre dulces tonos ocres; la sensación de absoluta felicidad.

Mi abuelo murió hace años, el rancho fue vendido hace años, no sé nada del río hace años. La sensación de nada hace años.

octubre 28, 2008

Perros y perras

Fui a un taller de bicis a que le adaptaran un pequeño asiento al cuadro de mi bici para poder llevar a Mardí sentadita. El imbécil que atendía el changarro me dijo que estaba loco y se rió de mí. Suelo ser una persona muy recatada y diplomática (¡Sí claro!), pero no soporté su burla, especialmente porque mi perrita está hermosa, “lo que quiera hacer con mi pinche bicicleta es mi pedo, pendejo, ¿se lo vas a poner o no?”, le dije. El imbécil se limitó a decir “llévala a otra parte”. Y me fui a otra parte todo yo bien rudo después de recordarle a su madre (que rudo soy). En otro taller fue más o menos lo mismo y en un tercero y... en un cuarto ¿Qué carajos tiene de malo que quiera pasear a mi perra en bicicleta? Ya decepcionado y sintiéndome ridículo me encontré con un lugar de bicis que nunca había visto, le explique mi plan al chavo que atendía; él me hizo preguntas, bonachón, pero enserio, medidas, lugar, el carácter de Mardí y dijo que me haría un asientito tal y color tal y con unas abrochaduras tal para que Mardí fuera segura. Tanta belleza pensé. Entonces escuché ladrar a un perro y de la parte de atrás salió un pequeño chihuahueño con un collar rosa mexicano con pedrería de fantasía, entonces entendí el tono bonachón del tipo que me atendía, “cómo no lo deduje desde el principio, este tío es homosexual” pensé. No cabe duda: soy toda una nena. Snif.

octubre 24, 2008

Una fresa

Soñé que me encontraba una fresa enorme, jugosa, roja, bien madura, pero en verdad enorme y roja y madura, del tamaño de una casa; le di una gran mordida, era la cosa más deliciosa del mundo. Entonces aparecí en las escaleras de una casa, una niña lloraba mientras me decía, “Mordiste mi fresa”. No sé por qué, en ese momento, me embargó un enorme sentimiento de culpa. Desperté llorando, “Qué mierda fue eso, pensé, “esa cosa estaba deliciosa”, pero seguía con esa sensación de opresión en el pecho (¿algún psicólogo me sabe decir qué fue eso?

octubre 20, 2008

Un autista en el motorkr

Detesto estar donde hay muchas personas, las risas, las poses ensayadas, las miradas coquetas, el coqueteo en sí mismo. Que me toquen, nadie me toca carajo, soy medio autista, sí, y qué. El olor ajeno: esa mezcla de sudor y desodorante o perfume. Vaya, detesto a las personas. Entonces allí estaba, entre la muchedumbre. Muchas mujeres hermosas, los tíos altos y jóvenes, todos vestidos “fashion”, para la ocasión. Era el motorkr. Chela en mano, una poderosa sol de 85 varos, unas chips de 20 y mi alma encogida metida hasta el centro de mi panza, todo mundo toqueteándome por todas partes, apretado, sintiendo el asqueroso calor humano, hasta me robaron el pinche boleto (hasta ese momento no sé si había valido la pena gastar 450 varos por tanto tormento (ya acepté que soy una nena, ya salí del closet)), Entonces el Wayne salió escoltado por una bola de pinches teletubbies (pinche ridículo, sí, pinche, esa es mi palabra ruda de hoy: pincheeeee) y race for the prize me reventó los oídos... me quedé como un imbécil entre la multitud, solté las pinches chips y me tomé de un gran trago lo que quedaba de mi pinche chela, dejé que la pinche multitud me llevara hacia el frente y hacia atrás, tuve que secarle las lágrimas a mis nuevos anteojos y comencé a aspirar los perfumes ajenos como si fueran la cosa mas celestial de este sistema solar (pinches flamings, snif). Ya para cuando tocaron yoshimi battles the pink robots no tenía escapatoria, el virus de las masas se había apoderado de mí. Y cuando la súper hiper mega ultra choteada do you realize? Yo ya era una bola de nervios desgañitándome a todo pulmón, saltando y con las manos arriba. Carajo, que felicidad. Eso no sería todo, luego con los STP pensé que ya todo estaría bien y sí, esos tipos saben bien su negocio, un recorrido desde los primeros discos... de pronto alteraron a todo mundo cuando el vocalista se aventó 5 minutos de un solo que ni él entendía, para luego reventar el estadio con otra superhipermegaultrachoteada: creep. (Volví a llorar) después me fui a las gradas con mis cuates y mandé a la chingada a los pendejos de NIN.

Todo terminó con chelas más baratas en el tizoncito, juro que aún podía oler el pinche sudor y la mezcla de perfume del los pinches asquerosos zombies del concierto (aunque las chavitas estuvieran hermosas). Valió la pena. Qué felicidad.

Ya el domingo tuve que ir a un bautizo y logré escaparme para ir al reven de un amigo donde tocaban el Mastuerzo y el Ictus, y, mientras escuchaba los choros cUlTuRoZoS y supuestamente combativos de este Ictus, pensaba en la gran burbuja con la que el wayne se aventó a la multitud, me hubiese gustado estar dentro.

octubre 02, 2008

Señoras y señores ¡Hoy salgo del closet!

Pero de la cursilería. No cabe duda, debo aceptar que de tipo duro nada más tengo la cara. Lo empecé a sospechar desde que escribí esta tontería. Y yo que siempre había peleado con Patricia, la amiga de este post, (la vieja amiga) porque dice que soy el tipo más tierno del mundo (aghhh y más agghh)

Pero soy un cursi, hoy lo grito a los cuatro vientos (quién habrá inventado esa frase tan cursi y fanfarrona, “a los cuatro vientos”, ¡ay sí, cómo no! (agh y más agh) carajo). Esta canción es una genialidad “Por las tardes”. Lo cursi es lo de hoy, lo juro. (Creo que borraré toda mi colección de metal, snif)



Esta es mi favorita, “Amor cúbico”, ¡no puedo dejar de escucharte! (aunque el video es una mierda)

Y no la escuchen mucho porque me la gastan. (Es mía. MíA y sólo míaAaaAa).


Y si, después de tanta melcocha, siguen por aquí escuchen esta, que también está hermosa.

septiembre 25, 2008

En el camino (y no quiero emular en nadita de nada al Kerouac)

Me gusta la carretera de noche. Le voy dando tragos a la cerveza, el negro me deja poner a Camarón y todos van callados, cansados, dormidos, o sólo no abren los ojos, pero sé que no duermen. Lo sé porque uno me dice que ya quite al tío queparecequeleaprietanloshuevos. “Camarón”, le digo poco molesto, pero sé que le vale un carajo quién es Camarón, a mi también ya que lo pienso. “Mejor pon música mechuda, porque si no me duermo”, dice el negro y lo más rudo que traigo hoy es a los planetas. Na.
No hubo motivo ni destino.
Pongo a Son House y pienso que soy un mamón por poner a Son House a las cuatro de la mañana a punto de entrar a la ciudad. Y... atrás hacen escándalo, sale el pequeño T y me zapea, le da un disco al negro y entonces Willy Colon hace eco.
No hay motivo ni destino. No queremos llegar a ninguna parte. Otro trago ahora a una botella de tinto, malísima por cierto, de esas de 40 varos.
Hay que morir con estilo, dice el negro. A mi me da no sé qué porque al negro le da no sé qué por hacer pendejadas. Acelera y no hay nadie en el otro carril, acelera y la gitana de fondo, invade el otro carril, acelera y las líneas se cansan de ir a prisa. Yo nada más le grito, recuerdo la sensación de la última vez. Él se ríe y acelera. Yo sólo le grito, sin palabras, sin una interjección sonora que recuerde al miedo, la rabia, o ambas cosas, sólo grito y recuerdo el auto dando giros y la lentitud de la destrucción del último choque. Eso pienso ahora. Pero no hay luces que vengan a nuestro encuentro.
No hubo nada. Subir al auto y salir. Hablar y hablar naderías, otra cerveza, Sabina y José Alfredo, hablar de otras borracheras donde hablábamos de otras borracheras. El cuento de Carpentier. Los senos de una teibolera de años atrás, el mar agreste donde Dávil casi se ahoga, silencio, cerveza, curvas, la noche abierta, los árboles temerarios, casi como fantasmas que se apostan junto a la carretera, esperando una señal que no llega para echarse al camino ellos también. Todos se callan, entra Camarón. Y la gitana gitana, tus ojos, tu cara. Y me revienta que el negro sea como es aunque no sepa cómo es. La velocidad no cesa. Petrificado, los muslos pegados como palancas al asiento.
Al llegar a la puerta de mi casa se detiene. Una cortina hace que la luz del piso superior se mueva, Galil ladra. Vomito. Todos ríen.
Quiero ser o estar consciente de todos los momentos de mi vida, hasta de, aquel, el de mi muerte. Pero sólo soy un cobarde que vomita y sabina habla de la calle melancolía y casi puedo ver, por un fragmento de segundo, la mirada del negro, seca o triste qué se yo, perdida en recuerdos que desconozco o que sé y no quiero saber ahora. Las llantas rechinan cuando yo me pierdo en la oscuridad del portón de mi casa.

septiembre 18, 2008

Tic, toc.

Trato de dar orden (o sentido, yo no sé) al montón de jodidas sonrisas y expresiones de seriedad o de rabia de los últimos días. Me siento como un loco: me detengo a acariciar el musgo de los árboles en los parques y le grito a los automóviles a la menor provocación, me siento a fumar frente a los portones de una vieja casona con el rumor de una fuente y la mar de cantos de pájaros en las ramas, luego me lio a palabrotas y maldiciones con un imbécil que le pega a un perro callejero. Ayer, en el metrobus se me salió decirle a una hermosa mujer que si conocía a Atreyu. "No", respondió contrariada, "entiendo lo que sintió al ver a la princesa". "Ah", dice la chica en cuestión y se cambia de lugar. Supongo que yo haría lo mismo. A veces soy muy tonto (sólo a veces).

Un idiota microbusero, que merece le corten las patas, estuvo a punto de matar a mi madre, afortunadamente (qué subjetiva es la suerte) sólo le rompió una pierna y se dio a la fuga, no entiendo por qué la gente abordo no lo hizo detenerse. Luego veo a mi madre cantándoles a sus canarios y me dan ganas de llorar de felicidad, aunque me pelee con ella cada tanto porque tiene a aquellas dos adorables bolas de plumas enjauladas. Ella dice que deje libre a Mardí. Es evidente que Mardí no duraría cinco minutos en la calle, menos los canarios. Eso de sentirme seguro bajo la frágil pesadez de unos muros me aterra. Sólo siendo esclavo me siento libre. Es la pura y desdichada verdad.

Sigo con esa horrorosa sensación de soledad en el pecho, pero mis amigos llaman, salgo a unos tragos y hay abrazos y risas, voy al trabajo y los niños me reciben con besos o gritos jubilosos. El finde besé por asalto a la de los pies hermosos y ella respondió abriendo los labios como si ya lo esperara, estuve a punto de preguntarle si, justamente, ya lo esperaba pero me calló con un mordisco. Pienso "extraño a... ", el teléfono suena y ahí está, es Dávil, me da risa la increíble coincidencia pero no le digo nada. Davil dice que nos veamos pero no llega a la cita, en su lugar me encuentro con un tipo que me dio una paliza hace años: drogado, en un coche nuevo, con cuatro tipos más. Me grita improperios y yo me quedo lívido con cara de tonto (ya lo dije, a veces soy muy tonto). Vuelvo a casa y mi madre me recibe con un chocolate de coco y cereza.

Tic, toc. La cabeza no deja de martillarme entre tantas caricias y golpes astutos. Trato de entender los hechos: la soledad sigue haciendo su labor de minero en mi pecho y la felicidad sigue hundiendo su peso de lluvia en las grietas que van quedando en mi carne.

Tic, toc, hacen en mi carne y yo no hago sino seguir respirando.

septiembre 06, 2008

Zapatillas doradas de bailarina

Sólo fui por unos tragos. Y, entre malos chistes, el rumor de las voces eternamente solitarias, las formas apagadas de mis compañeros de parranda, la ansiedad de las bocas y las miradas, la negrura de las horas derramándose en las copas, miré al suelo. Los pasos cándidos se aproximaron, las zapatillas de bailarina, las zapatillas doradas de bailarina; los pies más hermosos que haya visto en mi vida, alcé la mirada y unos ojos tristes sostuvieron a mis ojos tristes. Ya la conocía de años pero jamás sospeché tanta belleza bajo los tobillos. Ebrio, me arrodillé y besé sus empeines, acaricié el paño dorado, luego me incorporé despacio y besé sus labios. Es una mujer tan ordinaria como yo puedo ser y soy un hombre ordinario.

Alguna vez escuché decir a una mujer que sería capaz de entregarse a un hombre que le permitiera besarle los pies. La imagen era tan horripilante... pero hoy lo comprendí: “a sus pies, señora”, dije, acaricie su calzado, ella me levantó con una ternura indescifrable y me besó.

Y aquí estoy, con la imagen de los pasos cortos y la piel blanquísima, del tacto de las nubes y el olor de un Jolly Rancher de sandía, tratando de entender, ese, mi primer fetiche.

agosto 28, 2008

Ruidos nocturnos

Son las seis y truenan cohetes en la plaza. La guitarra me gruñe las notas que le arranco somnoliento. Me cuesta un rumor de hojas secas en el estómago pensar en el paraíso. Dejo la guitarra. Siento que el dedo gordo del pie izquierdo me rechina. Me gustaría que mi dedo rechinara en el paraíso. Mardí mueve las orejitas dormida. Pero sólo estoy semidormido. Me gustaría dormir y soñar que mi dedo gordo rechina en el paraíso. Pero sólo pasa que no hilo ni una condenada idea con mi corazón. ¿Mi corazón también rechina? Mardí ronca. ¿O los árboles muertos se extienden hasta mi pecho?

Voy a salir en la bici. Bajo sutil de la cama y Mardí se despierta.

Adiós ventanita mía.

agosto 27, 2008

Gato roñoso

Yo quería dormir mucho pero tenía que ir a ver a Dávil actuar. Esa noche soñé que Will, el de Pullman, me enterraba la daga y me enviaba al mundo de los muertos (eso pasa cuando lees literatura barata de esa con la que te la pasas llorando y que no la puedes soltar), todo porque me enamoraba de Lyra.

La nave de los locos me dejó raro. Fuimos a comer cortes argentinos y a chelear. Ahí estaban los actores de la nave, cómo siempre no sabía que decir, cómo siempre los tipos hacían comentarios ingeniosos sobre la obra y sobre sus cosas y yo no sabía que comentar (usualmente se me ocurren cosas sarcásticas o fuera de tono y por eso mejor me quedo callado), cómo siempre las chicas me pusieron nervioso (no entiendo porque hablan tanto y se mueven tanto y se te acercan tanto), menos una: una Sofía, delgadita, con el mentón salido y una vocecita de niña chípil bien tierna, bien bonita.

Camino a lo de Eduardo II íbamos fumándonos un churrito sobre insurgentes con el señor Waits de fondo. Me sorprendió que a Sofía le gustara don Waits (cómo si yo fuera el único que lo conociera). Traté de hacerle charla pero ella iba manejando y echándole miradas pizpiretas a Dávil (adoro la palabra pizpireta). Salió la idea de un vodkita y entrar perdidos al teatro, pero nadie nos secundó. En la entrada había pura gente del medio, todos lindos, vestidos al modo de los teatreros, platicadores, con poses y sonrisas bien ensayadas, carajo, me sentía fuera de lugar.

A la salida había bocadillos y vino. Los actores de Eduardo se hicieron esperar. La gente es rara (más bien muy normal). Destrozaron la obra pero apenas vieron a los actores les aplaudieron y comenzaron un estrepitoso desfile de felicitaciones. Había un ruquito gay atosigando a Dávil; el actor principal se la pasaba repartiendo vino de la botella que traía en la mano, haciendo interjecciones escandalosas y pronunciando un largo graaaacias, con reverencia y todo, a cuanto hipócrita criticador de la obra se le acercaba a decirle que lo había hecho estremecer hasta el llanto. BLA. La verdad yo también felicité a un par, qué le hago al cuento. Sofía apenas cruzó palabra conmigo y terminé charlando con una niña que decía, en tonito condechi, que prefería leer ética para Amador que irse a perisur a comprar ropa, la piel se me puso chinita y me quedé callado, en eso llegó uno de los actores, de los que se había encuerado, con una chica bellísima que no conocía y que no lo soltaba. “¡Y es Aries, es Aries!”, le gritaba a la de perisur. Yo no sé que tendría que ver el signo con haberle visto el pene en la obra, pero seguramente ella quedó impresionada con el halo espiritual de sus capacidades histriónicas. Yo también soy Aries, carajo, pura envidia, me siento como un gato roñoso viendo el festín desde la ventana.

Luego se organizaron las reuniones y todo mundo se fue por su lado. Dávil debía actuar temprano y yo tenía una boda (a la cual ya no llegué) así que nos despedimos.

Pensaba en este asunto de las puñaladas. Qué sencillo sería todo si nos dejáramos de imbecilidades y fuéramos honestos de vez en cuando (me mordí la lengua casi literalmente) Quiero ir de nuevo, pero al final de la temporada, cuando ya casi nadie va, cuando todo sale a pedir de boca y la obra, a veces, está a un paso de la perfección.

agosto 26, 2008

La nave de los locos

Antes de Eduardo II fui a ver a los locos en su nave, que nada tienen que ver con Das Narrenschiff de Brant o El Bosco, por cierto. Recuerdo los diálogos de los locos, de algún modo, infantiles, chispeantes, casi puedes sentir como la energía de los personajes te pellizca las entrañas.

Recuerdo la fastuosidad en el gesto de Eduardo II antes de la batalla contra los pares en el Alarcón de la UNAM luego de ser el viejo tablón de un barco de locos.

Qué fortuna ver lo que la creatividad y el trabajo colectivo pueden hacer frente al teatro de “elite” en este país. Y qué rabia saber que los laureles no son de los hermosos sino sencillamente de los victoriosos.

He de ser honesto, el argumento de la nave de los locos es genial, sin embargo la estructura se disloca y empantana escenas que podrían resultar más hermosas por su verborrea y barroquismo de simbolismos y significaciones, incluso la transición entre escenas es forzada o de plano inexistente. Seguramente el director tiene algo que ver en eso, los directores generalmente tienen la culpa de todo.

En algún momento los personajes rompen la cuarta pared y crean satisfactoriamente la ilusión de una nave que va a las entrañas del infierno, se valen de artilugios sencillos para hacer parte del espectáculo, con verosimilitud, al espectador. Tiene sus detalles, pues, sin embargo es un trabajo que bien vale la pena ver.

Viernes, sábados y domingos. 12:00 hrs. (hasta el 13 de septiembre)
Foro "Contigo América" Arizona 156. col. Nápoles.



agosto 25, 2008

Eduardo II

Fui a lo de Eduardo II en el Juan Ruiz de Alarcón. Generalmente los estrenos me ponen nervioso. Los actores no encuentran el tono del personaje y parece nomás como que le recitan, se les van los diálogos, no encuentran el foco correcto y el uso de los espacios llega a ser chocante o forzado. Así pasó con Eduardo II. No soy un puritano pero quería ver en que resultaba este asunto del Marlowe. Curioso que los momentos de mayor tensión dramática estuvieran plagados de ironía o exageración. Entendí pues (no soy tan tarugo) que la obra debiera ser “atrevida” porque uno de los subtemas era la homosexualidad (aunque no le veo nada de atrevido a ser homosexual, quién sabe que tendrá en su cabecita el director Acosta), pero que los tíos se desnudaran a la menor provocación y anduvieran por ahí sin más (creo que sí soy un puritano) cuando la obra no lo necesitaba en realidad. Seguramente si hubieran sido 18 mujeres desnudas y no hombres no diría eso. Chicas, sólo por eso vale la pena ir. Al final la estética minimalista (pero que aún con todo parecía costosa para el teatro estudiantil que acostumbro ver) la apuesta más al encanto de renovar lo apolillado y la mezcla de penes, con sarcasmos a la hora de la muerte o de sobreactuación en los momentos de expectativa o tristeza me dejaron adormilado al final. Pero siempre lo he dicho, soy muy mal espectador. Pero entre dos o tres que se levantaban para ovacionar y las odiosas y excesivas oleadas de aplausos escuché algunos bbbuuuuu y eso me alegró. Soy un envidioso.

(La foto me la robé de la jornada)

agosto 19, 2008

Santiago

Mi padre era un buen futbolista (eso dice él (y sus cuates que me cuentan que estuvo a punto de entrar en primera división con el Necaxa, pero un soplo en el corazón se lo impidió) bueno... para mi vale), Mi madre se subía hasta las copas de los árboles, árboles de diez metros de altura. Había un río (siempre hay un río en las historias de todos los papás o abuelos) donde iban a nadar o a pescar. Mi abuelo rompía las nubes de tormenta con un cuchillo y mi abuela tenía una amiga que tenía una comadre que tenia una hija que tenia una amiga que juraba que su madre tenía una hermana que era bruja y se quitaba los pies, en las noches, para volar hecha una bola de fuego por todo el pueblo (porque entonces mi pueblo sí era un pueblo). Las laderas del volcán estaban repletas de animales y árboles, los campos rebosaban de amaranto y maíz, el charro negro espantaba a mi abuelo sobre su caballo (obviamente negro). Mi abuela dice que ayudó a parir a Cuco Sánchez (¿quién se acuerda de ese tío y su cama de piedra y su cabecera también de piedra?). En la plaza hay un busto de un tal Quirino Mendoza que dice haber hecho la canción de Cielito lindo (luego me enteré que en la guerra de los Balcanes uno de los bandos entonaba esa canción como un ave de guerra y que en España hay una versión muymuy vieja). En fin que en mi pueblo viven los campeones mundiales de frontón, y su súper equipo los Dragones de Tu...o hicieron gira por China en los setenta de tan buenos que eran, cosa que vanagloria a los cincuentones. Hace tiempo se murió uno de esos míticos jugadores y el sepelio se llevó acabo en la cancha de fútbol del pueblo con cohetes, banda y porras. (Bla). En el centro hay casas que aún ostentan (incluso la iglesia) cuarteadas o golpes de bala de batallas entre carrancistas y zapatistas (es más, tengo amigos y hasta algún pariente que dice tener ancestros que fueron coroneles o generales de zapata (¿habrá tenido tantos?), de hecho se dice que mi abuelo era hijo bastardo de aquel psicópata Benjamín Argumedo, general de Villa (más Bla)...) Una vez entré a la casa del abuelo (que era historiador) de un amigo y estaba repleta de figurillas y vasijas, de esas que parecen de los puestos de afueritas del templo mayor, quesque eran de los Momoxcas, unos tíos que habitaban aquí y que fueron exterminados por los Mexicas porque no se dejaban someter. Luego llegaron los españoles y al grito de santiago se hicieron de este paraje, de alguien escuché que los españoles bautizaban como Santiago a todos los poblados que les costaba conquistar (pero hay muchos lugares santiagos por aquí y eso también me suena Bla)

Ahora no hay árboles de diez metros y mi padre hace tiempo dejó de jugar con los veteranos. El mentado río está entubado en pozos que abastecen de agua todo el sur de la ciudad, ya no hay animales ni maíz y casi todo el amaranto viene de Morelos. El campeón de frontón tiene más de cuarenta años y una divina panza de buda pulquero, los dragones ya no existen, el cielito lindo se canta por todas partes y aquí hacen coraje porque nadie dice que es de su súper nunca laureado y gran compositor Quirino. Yo me emociono porque me puse una farra con uno de los músicos de Silvio Rodríguez en una reunión de la tropa cósmica (pero la verdad es que nada más estaba ahí y ni crucé palabra con él y además nada tiene que ver con mi pueblo). Me gusta caminar por las calles de mi pueblo y que gente que no conozco me salude y luego me entere que son de mi familia, las tardes desde el volcán comiendo xoconoxtles robados viendo los lagos del sur y los edificios lejanos, cubiertos de una nata gris, del centro, que los abuelitos se sienten en sus zaguanes y se saluden con ese tonito tan típico de por aquí y critiquen a los más jovencitos: “Eh hijitio a dónde vas con esas naguas, mmm, pinchis pilcates... sin en mis tiempos, ah, que la re gran parió” (Bla) y se rían de los pseudo emos que rondan por ahí. Yo no tengo glorias que presumir (una vez me gane una medalla de bronce en un torneo de Tae Kwon Do regional ¿eso cuenta?)Y la verdad es que no me importa mucho. Me pregunto si algún día yo seré un abuelito y les contaré todas esas cosas a los chicos que quieren irse a jugar fútbol a los campos de olivo que hay junto al cementerio y que, dicen, sembraron los españoles hace 300 años los primeros (vaya) de América.

agosto 17, 2008

Tal vez

Soy un hombre, sé decirlo, soy de carne y sé odiar, aplástenme la memoria y moriré.

Tenía 18 años cuando escribí eso.

Yuni apareció dando pasos de gaviota sobre el piso, sin mucha gracia, los tacones tan ajenos a su modo de andar. El vestido negro, entallado, las piernas delgadas y hermosas. Somos como flores, somos unos niños, y si alguien nos corta nos volvemos adultos. Un día me dijo. Han pasado muchos años desde eso. Ahora es una mujer y camina como una mujer y su cuerpo es el de una mujer. Le recuerdo cantándome esa canción de Vaselina de Olivia, mirándome, tomándome del rostro, tenía 16 años, haciendo pasos de niña seductora y mala. Ya ni siquiera lo recuerda.

Tomamos una y otra cerveza. Todos la miran. Me gusta que todos la miren y que venga conmigo, que le griten guarradas pero que ella me tome del brazo y sólo sea yo quien esté a su lado. Le digo que quisiera amar a alguien como la amé a ella. El desencanto, sólo el desencanto. No podemos, dice. No somos los mismos, dice. Y es verdad. Tal vez ya no sea posible.

Y, ante la imposibilidad, ante el desencanto, me gusta mirarte de vez en cuando, Yuni, y saber que un día fui capaz de matar o morir por ti y por nadie más. Ya no. Tal vez, nunca se sabe. Pero...

agosto 14, 2008

A una nariz

Siempre estoy al filo, a un paso, a una maldita nariz de llegar a alguna parte, lo interesante es que no sé a dónde. Supongo que a todo el mundo le pasa lo mismo todo el tiempo. Esa sensación con la que uno se levanta y cree que ese día es el día de días. Luego resulta que alguien se comió el pescado que guardaste para el desayuno, que hace un calor endemoniado y que a la bici se le revienta la cadena justo a la mitad del trayecto y que comienza a llover, o que la hermosa y genial mujer con la que te quieres ir a tomar un café o a dar una vuelta por ahí se agripó. Bla.

¿O será que traigo eso de las olimpiadas muy a flor de piel y le quiero ver la medida y el tiempo a todo?

Por lo menos dejé en paz a la de M e I, dejé un poco la actitud de “¡Sí venga mundo ¿es lo mejor que tienes?!” O “¡Fuerte, cabrón destino, ¿ese es tu mejor golpe?!”

Estos días he releído la mayor parte de mis post y llego a la conclusión de que soy un pinche azotado cursi y llorón. La verdad espero, también, que nunca se me quite.

Platicaba con una viejaymuymásquerida amiga sobre esta ansiedad que me provoca el blog porque ya no se que jotas escribir. Espero que sea temporal, porque la verdad, aunque nadie me lea (luego, luego el chantaje emocional), estoy encariñado con mi pequeña ventanita. Luego le pregunté sobre qué escribir o no escribir y me dijo que dejara mis malos hábitos. A qué te refieres, pregunté. Pues sí, comenta (casi como regañándome), ese post de cosas que no se dicen, no lo digas. Me dejó rumiando un buen rato, a mí también me crispa haber dicho tanta tarugada, pero es verdad que alguna vez lo pensé y pos a lo dicho pecho, ni hablar (todavía pienso así de vez en cuando)

A eso viene lo de estar a un paso de llegar a cualquier lado. Quiero dejar el blog, quiero subir el volcán pero se me revienta la cadena, quiero tener una buena vida pero en los últimos veinte metros me reviento y alguien o algo más me gana.

Tendré que seguir entrenando.

agosto 06, 2008

¿Quién eres?

Tu nombre tenía una M y una I (Tantos nombres con una M y una I). Tus ojos de muñequita de manga me miraban mientras el tiempo se echaba atrás en tu imagen, pasaste de ser la mujer del semblante dolido y rejuveneciste hasta el gesto de lolita arrogante, con el lunar en el mentón, el cabello brillante bajando los hombros, el rostro que me daba la espalda para mirar por el ventanal hacia el puente, la falda plisada, las botitas y los calentadores de colores estridentes, las piernas hermosas, las ante rodillas más adorables del universo, la luz metiéndose hasta las fibras mas endurecidas de mi pecho, oscureciéndolo todo, reduciéndome a la infanta virtud de la fragilidad (OdIo lA fRaGiLiDaD). Luego el llanto imparable. Despierto, tengo el rostro húmedo de tanto llorar.

¿Quién eres?

Salgo a la calle y tus pasos de ser alguien me llaman, avanzo, tropiezo con un viejo, te alcanzo, te miro, te asusta mi premura, pero no eres tú, sólo es tu cabello. Subo al metro y estás sentada y tu rostro se mueve sujeto al vaivén del vagón. Ando despacio, quiero que seas, despacio, la luz después del túnel trasluce un mechón que cae por tu mejilla, despacio, quiero que seas tú, alguien cruza y me oculta tu silueta, desespero, se desocupa el lugar junto a ti, me siento, despacio, no quiero voltear, quiero que seas tú, tiemblo y las lágrimas casi me traicionan, giro, despacio, entramos al túnel, giro, despacio, el sonido estridente del vagón, giro, tu silueta, miro, despacio, las líneas, el mechón, miro, despacio... y no eres tú.

¿Quién eres?

Tengo esta inmensa sensación de soledad, y pensaba que era cósmica (patética presunción), pero es de ti (soy un cursi de mierda). En el sueño nos abrazamos, te aprieto y, en el acto, mi pecho es un aluvión de planetas que se colapsan para dar paso al paraíso, pero el paraíso sólo es una pompa de jabón, que al reventarse crea el más poderoso y desolador hoyo negro de todo el universo en mi pecho. Me dueles. Lloramos como niños ante la muerte, lloramos porque jamás nos volveremos a ver, pero no te conozco, lloramos por la intemporalidad que aprendí hoy y tú te marchas para siempre sin haber llegado.

¿Quién eres?

Estoy frente al templo, son las siete de la mañana, entro, me arrodillo. La cabeza me da vueltas, la frente me duele, traigo el último trago en la bolsa de la chamarra militar; una vieja se acerca y me ofrece su Biblia, quiero llorar y soporto el golpe en la garganta y no me dejo, porque no lo merezco. Me río de los cantos, me miran. Quiero dormir para volver a verte. La noche fue un trajín de rostros y malas palabras, tontas canciones de amor a tu nombre desconocido de M e I. A la salida el pastor me saluda y me da la bienvenida. Tengo vergüenza, no lo miro al rostro. Quiero que seas Dios omnipresente y me mires, pero tengo vergüenza. Salgo a la plaza y me voy al volcán apagado, te sigo y tú siempre tras de mi. Te sigo sin alcanzarte y tú siempre, siempre, siempre tras de mí. Y quiero alcanzarte.

¿Quién eres?

julio 31, 2008

Un buen día

El fin pasado me encontré a un camarada de hace años. Me invitó a unos tragos a un prostíbulo a las afueras de la ciudad. Nunca había hecho el amor con una negra. No puedo creer que las líneas de un ser vivo puedan ser tan curvadas y las proporciones tan fantásticas, es imposible tanta perfección en algo que un día morirá.

El lunes salí en la bici y llegué a un lago que no conocía. El verde azul, la congoja de los juncos junto a los árboles quietos. La luz cansina tratando de mirar bajo las copas. Mi alma en santa paz. De regreso había tráfico. Salté y esquivé varias filas. Un auto enorme y nuevo estrellado y roto por la mitad. Dos niños. Él de unos 18; ella de unos 16. El pequeño bolso plateado tirado, abierto, el contenido desperdigado. La bola haciendo espectáculo de la presión sobre el azar. No podemos vivir sin detestar la lindad de nuestros aburridos destinos, tenemos que alargarlos y hasta morir en el intento.

El miércoles llegó una visita a casa. Yo dormía y soñaba con esa mujer que no conozco (qué patético soy) Y me despertó un golpe en la ventana. “Quién”, grité semiinconsciente, vi el reloj, las tres y media de la mañana. “Yo, ven acá”. “Espera”, le digo. “Apúrate que tengo frío”, dice. Voz de mujer. Me pongo los pantalones y unos tenis sin calcetas. Salgo y caigo en la cuenta de que es la ventana de la calle, abro la puerta de la calle, salgo a la calle, y la calle, la calle, la calle vacía. Se me crispan los pelos y entro, cierro la puerta, subo las escaleras, me acuesto.

Hoy despierto, suena el teléfono, contesto. “¿El señor Arg... Travije Romero y del Bosque (ese soy yo)?” Medio encabronado porque me despertó. “Sí, ¿quién lo busca?”, “Hablo de la fundación para las letras mexicanas...”. “Soy yo”. “Lo aceptamos como becario”. Silencio. “¿está ahí?”. “Aquí estoy”, digo atolondrado. Pues preséntese el lunes para los detalles”, cuelgo. Doy un salto y casi me estrello contra el techo y grito improperios jubilosos a dios, al destino, al espejo y a la nada. ¡Soy becarioooooooooooo!

No, no, no.

Temprano. Despertador. Baño. Desayuno. Transporte. Al trabajo. Transporte. Café y charla. Transporte. Bici. Comida. A veces una Peli. Libro. Dormir.

Y así más o menos día tras día.

Nada de prostíbulos ni escenarios de muerte o mujeres fantasmas y mucho menos becas.

A veces voy tomado de la baranda del metro e imagino cosas así, llego a casa y sé que fue un buen día, pero nada más.

julio 26, 2008

Aunque no estés

Anoche soñé contigo de nuevo, pero esta vez fue más nítido. No para de llover. Estos días he encontrado más rutas al sur: entre flores o entre hortalizas, y el volcán en bici sigue siendo el reto mayor. En el sueño tus amigos me miraban con una mezcla de lástima y afabilidad, cómo que entienden y no pueden hacer nada. Ya pronto sólo quedarán las líneas de tu silueta mirando al puente desde el ventanal de ese bar que se me olvida, porque ahora siento tu abrazo y el llanto de niño que, desde el sueño, sabe que no te recuperará jamás. Pero pronto hasta el volcán será poca cosa y, a solas, yo seré grandioso un instante. Aunque no estés.

julio 14, 2008

Tambiénrequetambién

No tengo vida para dejarme estar en la tierna paz de mi sala estos días. Me vuelven loco el centro sin ambulantes y la nueva luz del cielo al medio del mundo. La lluvia borró toda señal de los antiguos días de rabia y calor. El viernes estaba dispuesto a andar por ahí yo sólo (como siempre) porque la del teatro nunca contestó mis llamadas. Y así sería. Entonces terminé mirando Bellas Artes desde una terraza con la niña de los santos y el oficio perdido. Simplemente me llamó y pude constatar que el tiempo no termina con la alegría de saberte en los pensamientos de otras personas, especialmente cuando esas personas habitan tus pensamientos. La risa de Rosa y los ojos del son del Alba con el cabello liso buscando el suelo tras la grácil figura. Tragos, y sus hombros tan redondos, hablando, deduciendo, analizando, sabiendo que el tiempo bien sabe guardar, a veces, las cosas que queremos. Sigue siendo tan bella como la recordaba, pero ahora es feliz. Caminar por el centro con la lluvia lavándonos las horas perdidas, los pasos llenos de esa armonía de entenderse entre ellos, con el libro de todas las cosas que prometió leer de un tirón, con las calles y las futuras charlas por delante. Me puse triste al despedirme, pero la tristeza es buena camarada porque sólo te acompaña el tiempo necesario. Volví a casa cantando la serenata diurna del aprendiz con la avenida revolución a mis espaldas.

Poco a poco me voy recuperando, poco a poco me voy encontrando los trozos de lego aquí y allá, poco a poco las personas me van haciendo su pequeña labor de memorias y querencias. Y al llegar a casa yo también releí a Kuijer de un tiron y también lloré y también fui feliz como Tomas.

Tambiénrequetambién.

julio 08, 2008

Títere del destino

Mas frío y con los sucesos de las últimas semanas de frente, como lego arrumbado, me muerde una idea la oreja izquierda (sí, mi oreja izquierda es muy cerebral): He tomado muchas decisiones, todos lo hacemos todo el tiempo, otras tantas se han visto subyugadas (decisiones) al tiempo, las personas o el azar.

Uno sopesa las posibilidades, las deficiencias, los escenarios, los tiempos. Se afana la cabeza, los pasos y el tesón en ello. La cosa es conseguir las pequeñas victorias, que, juntas, nos situarán en la sima de un “sueño”.

¿Para qué?

Uno tiene ideas grandiosas y toma decisiones que terminan en la coladera. Por otro lado, hay hábitos, cosas, pequeñas manías que aparecieron no sé cuándo ni a raíz de qué situación detonada por quién sabe qué o quién, que con el tiempo se han vuelto imprescindibles, necesarias, impensable dejarlas. Me acuerdo de una: la poesía.

Una noche veníamos en el auto mi padre, uno de sus amigos y yo. Debí tener unos siete años. Entrábamos a la ciudad y las luces se desperdigaban abajo y lejos, brumosas casi tímidas. “La ciudad parece una nebulosa espacial”, dije. El amigo de mi padre me miró, “Eso es una metáfora”, dijo. Yo me asombré de esa palabra, sonaba tan compacta, tan poderosa, tan difícil de asir. Y yo que pensaba que de grande sería diputado terminé haciendo poemas cursis para las novias que nunca tuve.

¿Para qué?

Cómo te salta el destino en el rostro, cómo se cuela, qué imagen, qué palabra, qué paso, qué suceso lo transforma todo.

¿Para qué?

A veces resulta que el proceso de causas y efectos nos va llevando de la mano como a niños lerdos. Pienso en todas las más grandes, importantes, delicadas, trascendentales decisiones de mi vida, todas han sucumbido ante el peso del destino (causa efecto), tanto que me pregunto qué cosa he hecho con la verdadera liviandad del libre albedrío.

Y es irónico que, con todo esto, me sienta feliz o satisfecho con algunas cosas y que tenga el impulso de ir siempre por más. Recuerdo lo que le dije a Davil una noche: Escapé de todo y caí en un lugar donde no puedo fracasar simplemente porque sería imposible. Y lo dije con tal convencimiento no porque yo fuera una gran mente universal sino porque sencillamente soy un títere del destino. No importa qué tan mal marche todo, al final siempre el final: habrá un final.

(Estar solo me resulta incomodo porque parloteo demasiado conmigo mismo y esto es lo que resulta)

julio 07, 2008

Abrazos

Llegué con yuni y Raquel después de perdernos (como siempre) Cuando llego a un reven lo primero que hago es buscar a las chicas con la mirada. Ayer me di cuenta. Luego las cervezas (ayer hasta les tomé foto (es que estaban atiborradas en una fuente) La música era del Hotel Costes y Café del Mar. Detesto la música de elevador en las fiestas pero el diyei se emocionaba y hacía un pasito casi como de tap, puedo jurarlo. Era el cumple de un amigo muymásretequerido, su cumple número 53 y sin embargo mi amigo muymásretequerido parece como de 18. Yo quiero mucho a mi amigo muymasretequerido y no lo digo por eso, pero es el adulto más genial que he conocido.

Saludé a gente que tenía años de no ver y me puse contento por eso (me doy cuenta que cada vez soy más soso, supongo que esos detalles no le importan a nadie (já) creo que ni mi anécdota) El caso es que la noche iba bien. Por ahí andaba el Mastuerzo y como es medio conocido todo mundo se quería tomar fotos con él y pos él se dejaba pero se le notaba el fastidio, carajo, me gustaría ser medio famoso para poner esa cara de hastío y luego ir a darme un toque con una veinteañera. Horas después desapareció llevándose una banda (sí de músicos) de borrachines en su súperguacamovil. Mi hermana entre ellos. Pero vuelvo al principio. Omar llegó con su novia. Una de esas morenas de corte indeciso con las líneas exageradamente simétricas y con ese andar pesado y la mirada furtiva que tienen las panteras al caminar (tanto choro para decir que estaba hermosísima) después de una botella de Jacky y muchas chelas terminé charlando con ella y me contó la historia de su vida (digo que ya hasta que estaba ebrio porque usualmente soy muy respetuoso de las relaciones interhumanas (uy)). Lo digo porque era una historia muy trágica y ella la contaba con tanta naturalidad que me sorprendió el tesón y el carácter que tenía. Omar se puso medio celoso y se acercó a ver por qué no soltaba a su linda acompañante, y cuando se cercioró de que no estaba intentando nada peligroso se marchó. Luego el primo de Yuni llegó a importunarme con comentarios intelectuales y argumentos filosóficos bien rudos (ajúa me gusta toparme con gente así en las pedas, me hacen la noche) y es que el tío quería bajarme la compañía, supongo que no sabía que era la novia de Omar y terminé peleando con él, pero el tipo era tan pesado que hubo un momento en el que simplemente lo mandé al carajo (tenia ganas de jalarle las rastas) y, si no es por que mi amigo muymasretequerido llega, el tipo casi me golpea. Eso me hubiera gustado mucho porque, en el acto, una bola de amigos casi se le va encima y ni las manos hubiera tenido yo que meter. Me recuerdo diciéndole a mi amigo muymásretequerido: (tonito de niño regañado) pero si él empezó.

Carajo.

Bailé salsa con Raquel y yo no sé bailar salsa. Me gustan esas personas que bailan y sonríen como si realmente lo disfrutaran, así es Raquel, la verdad para mí bailar es una tortura, especialmente la salsa, pero dicen, los que saben, y deben saberlo muy bien, que los que bailan bien salsa son buenos amantes. Carajo y más carajo, yo debo ser terrible. Al final para mi el amor siempre ha sido una tortura.

Yuni me decía cosas y yo tenía ganas de besarla (bueno, le di un besito de pececito) pero pos tiene a su barbi veinteañero y sólo somos amigos. Supongo que la ebriedad pone así a medio mundo (los hombres, mmm) No sé en qué momento terminé persiguiendo a un perro que estaba tan harto de mí que me huía hasta el punto en que al final se dio la vuelta y amenazó con morderme (casi lo podía escuchar decir: deja de joderrrrrme borrrrracho.

(Ya me dio flojera terminar la anécdota) Salí de ahí con Davil cuando el sol ya se estaba estirando.

Desperté a las tres de la tarde todavía ebrio y con unas ganas locas de romperme la cabeza contra la pared. Luego vi a Yuni a Raquel y a Davil e hicimos planes hermosos que seguramente nunca se realizarán. Lo cuento, aunque a nadie le importe porque hoy es uno de esos días en los que me siento tan solo como si fuera el único ser viviente en el cosmos. Necesitaba un abrazo (soy un pinche cursi) Y Davil y Yuni saben muy bien hacer eso. Ya tengo sueño. Adiós.

junio 28, 2008

Cuando eres un tipo duro y taimado como yo

Cuando eres un tipo duro y taimado como yo sueles pasar muchas temporadas a solas. Ya saben, dicen que la soledad es mala consejera. Me gusta que me de malos consejos.

Recuerdo una tarde de lunes en el lago, mirando como la luz se fragmentaba sobre la corriente del agua; recuerdo ese viaje a la sierra madre occidental con el olor a encino y los zarzales, las charlas ajenas, la hermosa melancolía de los cielos nublados, el frío y nada más que un cuaderno de notas; recuerdo las caminatas al Tehutli con el sol rasgándome la nuca y la ciudad lejanísima; recuerdo momentos donde mis piernas ligeras esquivaban los autos y los transeúntes del centro, mirando los viejos palacios, las mujeres hermosas, los puestos de chácharas, con el helado de chocolate y las ganas locas de gritar que el mundo era hermoso a pesar de los limpia parabrisas y los indigentes y los tíos con gestos rudos y las señoras gordas y mal olientes. Las exposiciones donde me sentaba horas a no pensar más que en los colores y las líneas graciosas y delicadas, una en especial: la primera vez que fui a Palacio Nacional y me quedé pasmado ante el mural de Rivera, simplemente me senté en las escalinatas y comencé a llorar como un niño perdido. El olmedo Patiño una mañana de verano, lluviosa, el museo vacío y yo a mis anchas como dueño de la casa. Aquél concierto de Silvio en el zócalo coreando canciones que nadie se sabía, los conciertos de la Nezahualcoyotl donde el ensimismamiento me hacía olvidar hasta de mi cuerpo. Playa norte con las nudistas tomando el sol y yo jugueteando con la arena.

Siempre extrañando la presencia de alguien, añorando la figura desconocida, dibujándola en mi mente, unos ojos, los labios, el andar ligero, los cabellos sueltos sobre la frente, los senos pequeños y redondos. Siempre deseando poder compartir como por catéter la sangre agolpada en las falanges por el miedo a la muerte sobre las copas bailoteando y los pájaros perdiéndose hacia el sol, el rico frío en las veredas del bosque, la sensación de hastío las tardes de calor en el centro, el placer de cantar a solas subiendo al metro, los pequeños descubrimientos en el jardín botánico de la universidad, las citas de los libros que me dejaban pasmado por días, los poemas leídos en voz alta frente al lago. Pero nunca había nadie.

De algún modo algo me dice que siempre fue mejor así. Del algún modo el tiempo me dice que de no haber sido de ese modo, seguramente, nunca, ninguna de esas cosas, habría penetrado dentro de mí con tanto amor y tanto vértigo y tanta fuerza, como lo hizo.

Cuando eres un tipo duro y taimado como yo sueles pasar muchas temporadas a solas y sabes, también sabes, que esos días no podrían haber sido inmejorables.

junio 24, 2008

Jamás había visto llorar a mi hermana por un hombre.
Y duele.


junio 23, 2008

Drumond de Andrade o pensando en "por qué a veces soy dios o un redomado sopenco"

Llueve y nada qué hacer. Vi una tonta peli de amor de esas que tanto me gustan en la TV abierta (no tengo cable (la)) sí, lloré, siempre.

Luego Mardí llega a alegrarme con su carita de niña malcriada y su pelota.

Dos segundos después cae un rayo, el único.

Pienso en los anticonsejos a un joven de Drumond de Andrade (ay sí, que intelectual soy): Por egoísmo, ahórrese cualquier especie de sufrimiento. Mardí va como loca por la pelota y aplasta un rosal de mi madre, yo no sé como ser egoísta (já), o, en todo caso, más bien mi egoísmo es el que me orilla a sufrir (nótese el chantaje emocional de mi enunciación)

Drumond: Procure ser justo con los otros; si fuera muy difícil, bondadoso; en el peor de los casos, elusivo. Mardí jadeante se echa a mis pies y recuerdo todas esas veces en las que, el ser bondadoso, me hizo sentir la mejor persona del mundo; elusivo soy casi todo el tiempo y de justicia ni hablar, nada más léase (si no se tiene mucha pereza) esto.

Drumond: Su vanidad asume formas tan sutiles que llega a confundirse con la modestia. Haga una prueba, proceda concientemente como vanidoso y verá como se siente. Mardí se queda dormida y yo fumo. Pienso en todas las veces que alguien tuvo la poco genial gentileza de decirme alguna cosa linda acerca de mí. No sé que sea peor: sentir la falta de afecto en los otros (especialmente si te importan) o sentir el aprecio desmedido, cuando en el fondo sabes que puedes ser un gran hijo de la chingada, como cualquiera, supongo. Me gusta sentir la vanidad que provoca la admiración.

No es gran cosa, también supongo. Siempre hubo y habrá días en los que voy por ahí con la actitud del Aquiles todopoderoso dispuesto a ordenar el (y al) mundo. Luego es sencillo que cualquiera me parta el corazón y me eleve hasta ese gran nicho sagrado que es la humillación.

Bla.

Voy a fumar y me iré a dormir. Mañana tendré tiempo de ser dios y un redomado sopenco.

junio 22, 2008

Poeta:

homosexual de closet idiota con la cabeza llena de pretensiones y que además cree que fue tocado por los dioses.

junio 20, 2008

Time (final)

Pero dije que iba a ser más optimista. Entonces, después de un par de años ya sólo quedan borrosas y brillantes imágenes del pum o plok y el coche haciendo giros de bailarín por la carretera, luego la gentil resistencia del muro de contención izquierdo que nos proyectó hacia el muro derecho. La pequeña maniobra de nuestro conductor suicida que evitó graciosamente el bochorno de que algún feliz paramédico tuviera que quitarnos con pala del pavimento. Entonces, como por acción celestial (oh dios, te amo), faltaba una parte del muro y por ahí entramos hacia un gran colchón de tierra suave y tibia. Nuestro querido cochecito bajó un poco la velocidad pero eso no evitó que diéramos de frente contra un declive del terreno. Ahí fue lo más interesante: el ojo derecho del conductor suicida contra el volante, la clavícula resistiendo el peso bajo la presión del cinturón de seguridad (Niños, los cinturones sí salvan vidas), Rod en una postura de charla con los dioses lanzándose de lleno contra el parabrisas y Davil tratando, de incorporarse, estrella su clavícula contra el reloj de su muñeca que se hace lindos añicos y de paso rompe el hueso. (No sólo los encuentros amorosos hacen daño) Yo, posss la verdad, nomas me encaje en el asiento del conductor que me dejó sin aire y me separé un par de costillas del cartílago de la caja toráxica, me hice un moretón de tres meses en el pie derecho, además de que tardé más de media hora en lograr respirar normalmente. Pero nos fue re bien, la verdad.


Luego Time y los chicos de Pink Floyd salieron de mi vida y no pienso perdonarlos jamás. Quién sabe. (un gran Jáááá)



junio 18, 2008

Dramaturgo:

Dramaturgo: Homosexual idiota con la cabeza llena de pretensiones.

junio 17, 2008

Time (segunda parte)

Ahí se configuraron cosas. Cómo caminos. Dice nuestro conductor suicida que ese día volvió a nacer. Yo no sé. Cada dos segundos algún pobre infeliz o feliz (yo no sé) deja este mundo por X o por Y situación matemática (yo no sé) comprobable (carajo, eso me gustó) Luego me nacieron unas ganas locas de morir cada vez que me subía a un coche, especialmente cada vez que cruzaba el puente de eje Tres y avenida Taxqueña (con X no con S). De pronto me veía tensando todo músculo que se pudiera tensar al menor acelere del vehículo. Luego venían imágenes en las que todos rebotábamos y nos hacíamos trizas después de que la nave rompiera (no sé cómo e increíblemente) los enormes tubos de contención y saliera volando del puente. Es curioso que busques esa sensación de adrenalina envenenándote la sangre, de sonrisa estúpida, de garganta abotargada, de entone de borrachera en un segundo, de furibundo amor por el dolor y la destrucción. Tiempo después nuestro conductor suicida me comentaba que estaba listo para el siguiente accidente (se reía pero lo decía enserio) y yo le decía que sí, que yo igual (y me reía pero también lo decía enserio)

Ahora rara vez escucho Time y justo menos lo hago cuando voy en un auto. Supongo que no es por supersticioso ni porque piense que en cualquier momento mi poderoso y místico sexto sentido me hará saber que pronto voy a morir (casi me sentí como espaiderman) Creo que quedé ciscado (adoro esa palabra) digo ciscado porque literalmente uno se ensucia y la peste tarda años en quitarse, por lo menos yo sigo casi haciéndome pipí en los pantalones cuando alguien le sube a más de 80kmph, sigo reconfigurando cosas en mi cabeza y todas apuntan al fin de mis días de los días de otros y en general: aL fIn dE lOs DíAs De ToDoS lOs dÍaS.

junio 15, 2008

Artista:

Idiota con la cabeza llena de pretensiones.

junio 14, 2008

Time (primera parte)

Una de las únicas veces que estuve a punto de morir: Time de los chicos de Pink Floyd sonaba en el auto estéreo. Íbamos sobre la autopista del sol rumbo a playa desconocida. El auto alcanzó la ridícula velocidad de 160kmph (he escuchado decir que otros han logrado los 200kmph) En ese momento digo a los demás que Time es una rola para morir en la carretera (en serio lo dije) Luego no sé por qué (já) tuve una extraña sensación de abandono cósmico (tal vez el mal estado de la carretera (seguro fue eso y no mi tonta idea de un sexto sentido místico) y el horrorosos calor) le pregunté al Rod si había revisado las llantas (nunca se me va a olvidar el gesto de sorpresa en su rostro y el tonito de falsedad infantil de su voz) diez segundos después, no antes ni después (en verdad, diez segundos después, no antes ni después) la llanta delantera del lado del copiloto hizo un gracioso plum o plok y todo se fue a la mierda.

Hay diferentes versiones al respecto los que iban en el otro auto (laGabila, ElCarlos, Yasser y Ale) lo contaron de varias formas distintas. Me gustó mucho la versión de laGabila porque era la más real, los demás sólo fanfarroneamos. Nuestro gran conductor de carreras no dijo nada (en ese momento). Davil iba dormido. Rod, Rod, Rod hace tiempo que no sé nada de él. El coche quedó fruncido y mientras hacíamos malos chistes porque los cuatro habíamos salido vivos el Carlos nos increpaba “Muchachos, no quiero ser un agua fiestas”, “ay, qué quieres Carlos, ¿no ves que estamos muy divertidos?”, “Es que el coche se está quemando”. Y efectivamente, el coche se estaba incendiando. Se quemaba de forma tan jolibudense: lento el motor prendió la cabina y después de miles de años reventó el tanque de gasolina haciendo un estrepitoso, alucinante, endiablado y grandioso pum que terminó por quemar las cosas de Rod, nuestras compras y nuestras botellas y la gloriosa botella de JB que venía con un botellín de regalo de nuestro querido conductor de carreras.

junio 08, 2008

Primer año del blog (y se me olvida)

El 2 de junio cumplió un año esta bitácora y lo olvidé.
De todas formas no habría sabido qué hacer para celebrarlo.
Un poco porque escribo cosas “mierdosas” que luego tengo ganas de borrar por pena.
Otro tanto porque tengo muchos lectores de esos que googlelean o que han llegado a mi ventana de musiteka, reinzidencia o del blog de mi querida Biquie, que tan amablemente me han linkeado. Ya saben, de esas visitas que se registran en el contador pero que duran cero segundos.
Justo el otro día hablaba con señorita Biquie acerca de algunos inconvenientes que genera un Blog y se me ocurrieron muchos más.

1. No saber de qué hablar.
2. El hastío cuando ya no quieres postear.
3. El hecho de que nadie te comente a menos que tú lo hagas.
4. De lo aburrido, cursi, malo (escribiendo) o ridículo que puedes llegar a ser (por eso nadie comenta supongo)
5. De lo punzante que puede ser la pena y la idea de borrar algo que escribiste y la lucha mental entre hacerlo y no hacerlo porque ya se ha dicho (hasta ahora no he borrado nada, corregido un par de veces)
6. Que en función de todo lo anterior halla días en los que la resaca, el mal tiempo, o las continuas afectaciones psicológicas propias de cualquier citadino, te hagan pensar en mandarlo todo al carajo y borrar el blog de una vez y para siempre.

Otro asunto es las formas tan extrañas o patéticas por las que un visitante llega al blog. Me pregunto qué estaría pensando el energúmeno que llegó a mi blog escribiendo en google: “Videos de mujeres que las duermen para cacharlas”. Y qué relación hay entre alguno de mis post y esa tan sabia y emotiva búsqueda. Otro hubo que escribió: “las pendejadas del Cachi”. ¿Bueno qué puedo decir ante eso? Ni sé quien es el Cachi ni sé el por qué de sus pendejadas. Y cómo ejemplos tengo muchos. Creo que haré una sección que llamaré búsquedas estúpidas o algo así. Aunque también hubo quién llegó escribiendo cosas como “Mujeres bonitas” o “días lluviosos”. Aunque la relación es muy simple, una frase aislada y perdida o a veces una sola palabra. Así es esto.

También alguien me preguntó que porque era tan barbaján con todo lo que decía a veces y además que por qué no publicaba post con cosas que escribía enserio (carajo) “cómo enserio” le pregunté y me dijo, pues sí, cuentos, poesía y tal; yo sólo le dije que me daría flojera hacerlo y ya, aunque lo hice un par de veces y espero no volver a hacerlo.
Pues eso, que tengo un año con este montón de letras colgando de la espalda, suerte de diario indiscreto (qué lugar común me acabo de aventar) y aún hay algunas cosas que me han causado satisfacción. Entre ellas las pocas personas que he conocido por este medio. Todas geniales en algún sentido. La verdad es que soy un misántropo de mierda, a veces medio estúpido, y como tal detesto a la mayoría de las personas. Francamente también he llegado a criticar duramente los post de algunos de mis amigos bloggeros, pero también he admirado, reído o llorado con otros.

Curiosamente este blog empezó porque mi amiga Zita me convenció de hacerlo, y primero era como una suerte de charla con ella, pero eso no duró mucho porque ella jamás me siguió la corriente.
Esta Ventana sobre la Memoria (idea que le fusilé a Eduardo Galeano) me ha dejado ver a otros y que otros me miren. Y no sé a dónde vaya a dar pero de momento creo que voy a seguir mirando a través de ella.

junio 02, 2008

Charla entre amigos

El teléfono. Es Davil. Me monto a la bici y subo las laderas del pueblo. El aire huele divinamente a estiércol de vaca. La chamarra militar arremangada, el tirador del cierre me lastima el cuello. Llego a su casa, Davil me recibe con un abrazo. Un güisqui de 12 años deliciosocomopocascosasenestavida.

Hablamos de teatro, bueno, habla, yo escucho el exordio a lo que después será la siempre eterna charla de mujeres. Cómo es la búsqueda, ellas nos buscan o sólo van al encuentro. Me habla de Brenda y añoro las tierras del norte, la sonrisa blanquísima, la voz chípil, el chispeante “¿Sabes?”. Yo digo que ayer participé en una función de Box y terminé apaleado. Las mujeres son buenas en eso pero no quiero hablar de mi tristeza.

En algún momento todo vira a nuestros años juntos. Davil dice que todo marcha a pedir de boca, los tiempos son duros, pero las piernas son fuertes y el corazón ansioso. Yo digo que fracasé y escapé de todo y que al final caí en un lugar donde no puedo fallar sencillamente porque sería imposible, que el destino es cruel pero bueno al fin y al cabo. Tal vez DiOs existe. Los dos concordamos que eso no se sabrá sino hasta el final. Davil me cuenta la historia de una actriz que salió de Vietnam en bicicleta, pasó por muchos países con conflictos armados y aún con todo llegó así hasta París. Ella quería suicidarse, el hecho de que no sufriera daño alguno para ella fue una señal. Y uno aquí mordiéndose los labios porque el sol quema y las ganas de jambarse el mundo son menos cada vez.

El aire es tibio, un cigarro y otro, más güisqui, luego tinto y terminamos con cervezas. También hablamos de nuestros viejos conocidos, de los amores pasados, de la terca y tonta virtud de saber esperar que el tiempo lo cure todo y que, mientras tanto, los nudos viscerales sirvan para construir cosas.

Sigue esa chispa de la primera charla, sigue ese gesto entre la sonrisa y la ternura en su rostro, aún batallo para descifrar la dureza de los gestos en determinados tópicos: la soledad entre ellos. Aún veo cómo le cuesta entender mi estúpida y suicida convicción por el abandono. Aún nos amamos como la primera vez.

Pienso en la pelea por una tontería que terminó con un vecino apuntándonos con una escopeta, las escapadas de la policía de las que una terminó en el magisterio público durmiendo en el cemento en pleno invierno, en los viajes con la mochila al hombro, las pedas, las caminatas, la mujer que compartimos, el odio mutuo los días de hastío, la terquead de no querer irnos de las fiestas a las que nos colábamos aunque nos corrieran. Las horas en silencio donde nos olvidamos de que estábamos el uno con el otro.

Ahora es distinto. Ya no compartimos proyectos ni horarios ni lugares ni amigos. Pero de pronto eso sólo hace más importantes los encuentros, más joviales, menos pretenciosos, más esperados.

Si él fuera mujer seguramente me le habría enamorado.

Nos despedimos y el abrazo es igual de fuerte y dulce y honesto que la primera vez. Monto la bici y bajo las calles de laderas empinadas sin tener que pedalear, el viento me abotarga el sabor de la cerveza en la garganta. El sol ya se asoma por el lado del lago, los coches ronronean calles abajo. He desarremangado la chamarra y traigo en el pecho esa sensación de que todo estará bien mientras tenga a personas como Davil cerca.

Algo me queda claro: el pesimismo no me lleva a ninguna parte y mis huesos se hacen frágiles y quiero dejar de lastimarlos, quiero que también sepan como se siente la dicha.

Buenos días mundo... hoy te adoro.

mayo 24, 2008

Ya no

Ya no soy el ventarrón azul de la pubertad, descalzo los días de lluvia o suicida sobre los muros de contención del periférico, ni vocifero a ninguna mujer que la amo a media noche frente a su ventana. Ya no azuzo a los policías para después huir a todo correr, ni grito en los conciertos públicos que estoy ebrio y que vengan a detenerme. Ya no salgo en la madrugada a caminar sin rumbo hasta que el cansancio le gana a la melancolía, ya no golpeo la pared con la frente hasta que me sangra, ya no pienso en matarme (a veces) ya no. No soy la calma roja de los dieciséis cuando me creía el mejor poeta del mundo. Ya no busco el amor como perrito faldero pero sigo amando, ya no escucho voces, ya no voy a manifestaciones ni participo en huelgas ni admiro a nadie. Ya no me fumo los cigarros de dos chupadas ni me juego el dinero a las vencidas ni tengo el cabello largo ni le subo a la música como si quisiera que todo el vecindario la escuchara. Ya no paso semanas sin bañarme para que nadie se me acerque, ni me meto el dedo en la nariz o en narices ajenas o eructo cuando quiero que alguien deje de fastidiarme. Ya no duermo en el techo sólo para flagelarme ni veo las nubes por rencor sino por dulce posibilidad. Ya no soy el ventarrón verde todo poderoso de mis primeros años. Ya no siento pena por mi ni por nadie. Ya NO.


Ahora sólo soy yo, soy yo y me gusto mucho más.


mayo 21, 2008

La gran victoria del Manchester sobre el Chelsea

Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia. Ciento veinte gloriosos minutos de un ir y venir lleno de golpes y barridas, arriesgar el físico, respetar la alineación defensiva y ofensiva, el papelito pues, se sabe que ninguna guerra se gana sin una buena estrategia. Luego la “fusilada” (todo tiene que hacer alusión a la guerra) y el que parecía ser un final épico, en manos del capitán, que al modo de Héctor había repelido al Manchester hasta las naves en la playa, se dispone, respira, la lluvia en su frente y falla, termina en una triste exhalación, que en un segundo, hace pasar a un hombre de la furia y arrojo totales a la frustración inconcebible.

Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia. En algún momento la gran copa orejona pasa por todas las manos y, se dice, la copa irá a hacer guardia allá a donde murieron aquellos jugadores años atrás. El himno a la alegría suena en los altavoces del estadio, supongo que a Mozart eso le habría disgustado, pero sólo peco de puritano, es más, creo que estaría agradecido de participar en tan noble e importante victoria. Las barras y los asistentes vitorean, el paroxismo, miles de bocas celebran, fiesta y fiesta, fiesta. Victoria.

Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia. El día D y los millares de cadáveres que enrojecen la arena y la espuma del mar por unos miserables metros de playa. Las adelas con el fusil en la espalda, agarradas al caballo de sus maridos, tomar los orines, ser putas y madres y criadas y soldaderas, todo en uno, qué glorioso. Los niños de Bolívar con el cuchillo en la boca, esperando, aguantando el último instante para luego caer sobre los boinas verdes en mitad de la selva, sin otro vitor que el de la jungla movida por el viento ni otro premio más que la posibilidad de aferrarse a la vida un día más.

Lástima que no halla cámaras de alta definición transmitiendo en tiempo real, con grandes campañas publicitarias, sería hermoso ver cómo es que un muchachito se encarama bajo las orugas de un blindado en las desolaciones del desierto, para hacerlo volar, pero, oh, el soldadito lo ha visto, saca por la escotilla la M4 y dispara, falla, el niño trata de cubrirse, el del fusil recompone la mira, dispara y ohhhhh, aciertaaaa señores. Diez y seis ángulos, repetición patrocinada por una marca de pistolas automáticas, la carne abierta, sanguinolenta, el rostro adolorido, la imagen da la vuelta al mundo en menos de un segundo. La gente histérica llora la derrota del niño. El soldadito malo festeja su victoria y se prepara a seguir en el juego. Tal vez las hinchadas salgan a destrozar la ciudad, coléricas, llenas de frustración porque han matado a su pequeño jugador. Duelo nacional, tres minutos de silencio, entierro de héroe para alguien que ganaba millones al año en publicidad y portaba la camiseta con tanto amor. Porque escúchenme, soy capaz de agarrarme a trompadas con cualquiera por la camiseta de mi equipo, no hay nada que valga más la pena y que nadie se atreva a contrariarme.

Hoy todos estábamos con el Chelsea, no cabe duda. Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia y también me dan ganas de llorar y no sé por qué, los soldaditos malos y los pequeño muchachitos están en otra parte y supongo que no le importan a nadie, pues no hay cámaras de alta definición, ni millares de hinchas, ni patrocinadores multimillonarios apoyándolos, así que para qué llorar.

mayo 20, 2008

Reunión de poetas

Conocí a muchos poetas, la mayoría de ellos con hermosas opiniones sobre la poesía.

Cada día estoy más convencido de lo complejo que es asir estos conceptos sobre las personas, las cosas y los hechos. Un beso no es un beso, es un dulce y los dulces no son montones de azúcar sino los besos de algo o de alguien, las nubes no son nubes porque son de algodón y el algodón es a veces de un blanco imposible, como las nubes. Ejemplos a la eternidad.

Pero prefería ver a lAs poetas que además tenían buenas piernas, andaban de un lado a otro con esos pasitos de me voy a caer pero no te atrevas a ayudarme porque soy la cosa más celestial en esta sala. Ya saben, de esas que si tropiezan y no las ayudas piensan que eres un pendejo descortés y que cuando te atreves a extenderles el brazo piensan que eres un pendejo que se las quiere coger. En general prefiero sólo verles las piernas y escuchar a los poetas.

El poeta es divino, levanta el pecho y se desgaja en partículas tan etéreas que se vuelven sublimes, la gente se queda medio anonadada porque no tiene ni pitos idea de lo que el poeta dijo (yo tampoco) pero la gente aplaude y loa y esteriza hasta que viene la cosa de brindar (yo también, especialmente para decir salud) El poeta se siente orgulloso porque ha tocado el corazón de sus oyentes, y las preguntas son hechas con tonos e interjecciones de respeto, “¿Qué quiso usted decir con tal o cual imagen y la metáfora tal, el ritmo no sé qué?” y las respuestas son magistrales, únicas en su genialidad, “No estoy seguro, la esencia de lo poético es un ente tan elevado, tan alejado de todo modo de discernimiento... no así la estructura, el elemento poético, bla, de la musicalidad, bla, (en este punto ya quería bostezar) acerca de la necesidad de una coma y qué se creen los concretistas, bla, pero... usted que entendió, ya sabe que Paz, bla”.

El vino es muy malo y se termina pronto y yo mejor me voy.

Amo a los poetas.

mayo 03, 2008

A solas

Le digo “hola” y la música es suave. Ya empieza a llover. Un trago a la cerveza. El agua es negra, al fondo la luz y los árboles gigantes a los lados. Todo es “mágico”. En verdad quiero interesarme por los otros y decirlo y que suene con el peso de las cosas que se dicen con sinceridad. Le marco al celular y no contesta.

Decir que me siento solo es tan trillado. Fui al flamenco y, entre tragos de cerveza, abrazos y la furia de la música, la guitarra en sádica masturbación, la voz al fondo, el zapateo intenso… después otras cervezas y la madrugada encima.

Luego Goran en Santo Domingo, las risas y tu baile. Yo con los brazos cruzados, tus ojos entrecerrados (aunque suene extraño) y me fui para no verte bailar entre la gente, porque era como si no estuvieras conmigo, sino con los otros, alejada de mí, como siempre.

Prendo un cigarro. Me gustaría que los demás vieran tus senos, porque algo tan hermoso no debería ser un secreto, pero las cosas hermosas suelen ser secretas. Aunque seguramente sólo lo digo porque estoy ebrio. Pero quisiera que todos lo supieran, por eso lo digo.

La princesita llora en su habitación.

Sabes que eres tú.

Que escribo este post sólo para ti.

Le digo “hola” y la música se apaga. Arquea los hombros y las simientes resaltan sobre la tela de la blusa.

Sí, me siento solo, como la mitad de los humanos. Aunque estés aquí.

Sabes que no es importante. Que amo a alguien lejano y oscurecido que huye a la primera residencia. Pero quieres que lo escriba en este blog.

Así es.

Doy contra el cenicero la última chispa de este recuerdo que te conmemoro y la aplasto bien hasta que sólo huele a tiza.

Quiero dormir sin saber que estás a la vuelta de cualquier esquina. Soledad.

Todos se fueron a casa y yo me quedé aquí, con esta cerveza, contando la resaca de recuerdos que se desmadejan como los anuncios en los muros de mi ciudad.

abril 18, 2008

Cuestionario Proust

Gracias Luci

1.- ¿Cuál es el defecto propio que deplora más?
El fatalismo.
2.- ¿Cuál es el defecto que usted deplora más en otros?
El optimismo.
3.- ¿Cuál es su estado mental más común?
No sé.
4.- ¿Cómo le gustaría morir?
Carajo, no sé.
5.- Si después de muerto debe volver a la Tierra, ¿Convertido en qué persona o cosa usted regresaría?
Un tipo sin emociones, tal vez un asesino serial; aunque preferiría no volver.
6.- Y si pudiera elegir un personaje de ficción, ¿Cuál escogería?
Atreyu, aunque es un sentimental de mierda. Tal vez Filiberto García, especialmente por la cicatriz, aunque tal vez escogería ser el escudero de Héctor.
7.- ¿Cuál es su mayor extravagancia?
Querer tener en mis manos la lanza que mató a Jesús o la espada con la que Alejandro cortó el nudo gordiano. Pero esas son eCstravagacias soñadas.
8.- ¿En qué ocasiones miente?
Todo el tiempo, especialmente cuando digo que no lo hago. Pero eso suena muy pretencioso, y en eso también miento.
9.- ¿Qué persona viva le inspira más desprecio?
¿Viva? Puta… Podría decir que al bobo que veo todas las mañanas en el espejo pero recordé que en general siento desprecio por toda la humanidad.
10.- ¿A qué persona viva admira?
Je, je, y más je.
11.- ¿Qué palabras o frases usa más?
Diantre. NO, ajá, carajo, SI, NO, NO, Es una mierda, mujer, hombre, ya sé, no sé, siempre tengo razón, nunca tengo razón. Míralo, déjame en paz. NO, NO. Ay (suspiro)
12.- ¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?
Leer poesía con una botella de Jack Daniels en una cabaña junto a un lago en invierno con la mujer que más odio.
13.- ¿Cuál es su mayor miedo?
El fracaso.
14.- ¿Cuál es su mayor remordimiento?
¿Estar vivo no es suficiente?
15.- ¿Cuál es la virtud más sobrevalorada socialmente?
Ya no hay virtudes.
16.- ¿Qué le disgusta más de su apariencia?
Nada, soy como Brat Pitt. En serio. Ser tan expresivo que a veces no pueda ocultar lo que pienso o siento.
17.- ¿Cuáles son sus nombres favoritos?
Mhmhm.
18.- ¿Qué talento desearía tener?
Ser un buen escritor.
19.- ¿Qué le desagrada más?
La gente que cree en algo. Que digan mucho sin decir nada, las mujeres bonitas que se creen bonitas, los hombres que son muy hombres, la gente que se cree buena, la gente que se cree mala, la gente que critica a la gente que se cree mala (gulp), la gente que critica a la gente que critica a la gente. La gente que detesta todo (y más gulp)
20.- ¿Cuándo y dónde ha sido más feliz?
Una mañana en el llano frente al rancho de mi abuelo. Tenía siete años.
21.- Si pudiera, ¿Qué cambiaría de su familia?
Me gustaría que mis padres dejaran de ser niños.
22.- ¿Cuál es su mayor logro?
¿Logros? No funciono de ese modo.
23.- ¿Cuál es su posesión más atesorada?
No tengo nada de valor y me da flojera decir que alguna virtud o cosa espiritual (¡aaagh!)
24.- ¿Cuál es la manifestación más clara de la miseria?
La existencia de la humanidad.
23.- ¿Dónde desearía vivir?
En una cabaña frente a un lago y el invierno eterno sobre mis hombros.
24.- ¿Cuál es su pasatiempo favorito?
Hacer el amor pero no lo puedo hacer todo el tiempo, charlar naderías con vino, bañarme, imaginar que mis amigos y yo somos la banda que toca la canción que escucho. Llorar como idiota viendo una tonta peli de amor.
25.- ¿Cuál es la cualidad que usted aprecia más en una mujer?
La risa loca, el llanto fácil, la charla, las decisiones vertiginosas, la forma de comer o caminar.
26.- ¿Cuál es la cualidad que usted aprecia más en un hombre?
La risa loca, el llanto fácil, la charla, las decisiones vertiginosas y la capacidad de romperse la cara por una mujer.
27.- ¿Cuál es su héroe de ficción favorito?
Bartleby, ese tío tiene los secretos del universo pero no los quiere decir. Héctor, aunque me duela. Ay Héctor, todavía te lloro. Ay, ay y más ay.
28.- ¿Cuáles son sus héroes de la vida real?
Já.

 
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