mayo 24, 2008

Ya no

Ya no soy el ventarrón azul de la pubertad, descalzo los días de lluvia o suicida sobre los muros de contención del periférico, ni vocifero a ninguna mujer que la amo a media noche frente a su ventana. Ya no azuzo a los policías para después huir a todo correr, ni grito en los conciertos públicos que estoy ebrio y que vengan a detenerme. Ya no salgo en la madrugada a caminar sin rumbo hasta que el cansancio le gana a la melancolía, ya no golpeo la pared con la frente hasta que me sangra, ya no pienso en matarme (a veces) ya no. No soy la calma roja de los dieciséis cuando me creía el mejor poeta del mundo. Ya no busco el amor como perrito faldero pero sigo amando, ya no escucho voces, ya no voy a manifestaciones ni participo en huelgas ni admiro a nadie. Ya no me fumo los cigarros de dos chupadas ni me juego el dinero a las vencidas ni tengo el cabello largo ni le subo a la música como si quisiera que todo el vecindario la escuchara. Ya no paso semanas sin bañarme para que nadie se me acerque, ni me meto el dedo en la nariz o en narices ajenas o eructo cuando quiero que alguien deje de fastidiarme. Ya no duermo en el techo sólo para flagelarme ni veo las nubes por rencor sino por dulce posibilidad. Ya no soy el ventarrón verde todo poderoso de mis primeros años. Ya no siento pena por mi ni por nadie. Ya NO.


Ahora sólo soy yo, soy yo y me gusto mucho más.


mayo 21, 2008

La gran victoria del Manchester sobre el Chelsea

Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia. Ciento veinte gloriosos minutos de un ir y venir lleno de golpes y barridas, arriesgar el físico, respetar la alineación defensiva y ofensiva, el papelito pues, se sabe que ninguna guerra se gana sin una buena estrategia. Luego la “fusilada” (todo tiene que hacer alusión a la guerra) y el que parecía ser un final épico, en manos del capitán, que al modo de Héctor había repelido al Manchester hasta las naves en la playa, se dispone, respira, la lluvia en su frente y falla, termina en una triste exhalación, que en un segundo, hace pasar a un hombre de la furia y arrojo totales a la frustración inconcebible.

Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia. En algún momento la gran copa orejona pasa por todas las manos y, se dice, la copa irá a hacer guardia allá a donde murieron aquellos jugadores años atrás. El himno a la alegría suena en los altavoces del estadio, supongo que a Mozart eso le habría disgustado, pero sólo peco de puritano, es más, creo que estaría agradecido de participar en tan noble e importante victoria. Las barras y los asistentes vitorean, el paroxismo, miles de bocas celebran, fiesta y fiesta, fiesta. Victoria.

Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia. El día D y los millares de cadáveres que enrojecen la arena y la espuma del mar por unos miserables metros de playa. Las adelas con el fusil en la espalda, agarradas al caballo de sus maridos, tomar los orines, ser putas y madres y criadas y soldaderas, todo en uno, qué glorioso. Los niños de Bolívar con el cuchillo en la boca, esperando, aguantando el último instante para luego caer sobre los boinas verdes en mitad de la selva, sin otro vitor que el de la jungla movida por el viento ni otro premio más que la posibilidad de aferrarse a la vida un día más.

Lástima que no halla cámaras de alta definición transmitiendo en tiempo real, con grandes campañas publicitarias, sería hermoso ver cómo es que un muchachito se encarama bajo las orugas de un blindado en las desolaciones del desierto, para hacerlo volar, pero, oh, el soldadito lo ha visto, saca por la escotilla la M4 y dispara, falla, el niño trata de cubrirse, el del fusil recompone la mira, dispara y ohhhhh, aciertaaaa señores. Diez y seis ángulos, repetición patrocinada por una marca de pistolas automáticas, la carne abierta, sanguinolenta, el rostro adolorido, la imagen da la vuelta al mundo en menos de un segundo. La gente histérica llora la derrota del niño. El soldadito malo festeja su victoria y se prepara a seguir en el juego. Tal vez las hinchadas salgan a destrozar la ciudad, coléricas, llenas de frustración porque han matado a su pequeño jugador. Duelo nacional, tres minutos de silencio, entierro de héroe para alguien que ganaba millones al año en publicidad y portaba la camiseta con tanto amor. Porque escúchenme, soy capaz de agarrarme a trompadas con cualquiera por la camiseta de mi equipo, no hay nada que valga más la pena y que nadie se atreva a contrariarme.

Hoy todos estábamos con el Chelsea, no cabe duda. Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia y también me dan ganas de llorar y no sé por qué, los soldaditos malos y los pequeño muchachitos están en otra parte y supongo que no le importan a nadie, pues no hay cámaras de alta definición, ni millares de hinchas, ni patrocinadores multimillonarios apoyándolos, así que para qué llorar.

mayo 20, 2008

Reunión de poetas

Conocí a muchos poetas, la mayoría de ellos con hermosas opiniones sobre la poesía.

Cada día estoy más convencido de lo complejo que es asir estos conceptos sobre las personas, las cosas y los hechos. Un beso no es un beso, es un dulce y los dulces no son montones de azúcar sino los besos de algo o de alguien, las nubes no son nubes porque son de algodón y el algodón es a veces de un blanco imposible, como las nubes. Ejemplos a la eternidad.

Pero prefería ver a lAs poetas que además tenían buenas piernas, andaban de un lado a otro con esos pasitos de me voy a caer pero no te atrevas a ayudarme porque soy la cosa más celestial en esta sala. Ya saben, de esas que si tropiezan y no las ayudas piensan que eres un pendejo descortés y que cuando te atreves a extenderles el brazo piensan que eres un pendejo que se las quiere coger. En general prefiero sólo verles las piernas y escuchar a los poetas.

El poeta es divino, levanta el pecho y se desgaja en partículas tan etéreas que se vuelven sublimes, la gente se queda medio anonadada porque no tiene ni pitos idea de lo que el poeta dijo (yo tampoco) pero la gente aplaude y loa y esteriza hasta que viene la cosa de brindar (yo también, especialmente para decir salud) El poeta se siente orgulloso porque ha tocado el corazón de sus oyentes, y las preguntas son hechas con tonos e interjecciones de respeto, “¿Qué quiso usted decir con tal o cual imagen y la metáfora tal, el ritmo no sé qué?” y las respuestas son magistrales, únicas en su genialidad, “No estoy seguro, la esencia de lo poético es un ente tan elevado, tan alejado de todo modo de discernimiento... no así la estructura, el elemento poético, bla, de la musicalidad, bla, (en este punto ya quería bostezar) acerca de la necesidad de una coma y qué se creen los concretistas, bla, pero... usted que entendió, ya sabe que Paz, bla”.

El vino es muy malo y se termina pronto y yo mejor me voy.

Amo a los poetas.

mayo 03, 2008

A solas

Le digo “hola” y la música es suave. Ya empieza a llover. Un trago a la cerveza. El agua es negra, al fondo la luz y los árboles gigantes a los lados. Todo es “mágico”. En verdad quiero interesarme por los otros y decirlo y que suene con el peso de las cosas que se dicen con sinceridad. Le marco al celular y no contesta.

Decir que me siento solo es tan trillado. Fui al flamenco y, entre tragos de cerveza, abrazos y la furia de la música, la guitarra en sádica masturbación, la voz al fondo, el zapateo intenso… después otras cervezas y la madrugada encima.

Luego Goran en Santo Domingo, las risas y tu baile. Yo con los brazos cruzados, tus ojos entrecerrados (aunque suene extraño) y me fui para no verte bailar entre la gente, porque era como si no estuvieras conmigo, sino con los otros, alejada de mí, como siempre.

Prendo un cigarro. Me gustaría que los demás vieran tus senos, porque algo tan hermoso no debería ser un secreto, pero las cosas hermosas suelen ser secretas. Aunque seguramente sólo lo digo porque estoy ebrio. Pero quisiera que todos lo supieran, por eso lo digo.

La princesita llora en su habitación.

Sabes que eres tú.

Que escribo este post sólo para ti.

Le digo “hola” y la música se apaga. Arquea los hombros y las simientes resaltan sobre la tela de la blusa.

Sí, me siento solo, como la mitad de los humanos. Aunque estés aquí.

Sabes que no es importante. Que amo a alguien lejano y oscurecido que huye a la primera residencia. Pero quieres que lo escriba en este blog.

Así es.

Doy contra el cenicero la última chispa de este recuerdo que te conmemoro y la aplasto bien hasta que sólo huele a tiza.

Quiero dormir sin saber que estás a la vuelta de cualquier esquina. Soledad.

Todos se fueron a casa y yo me quedé aquí, con esta cerveza, contando la resaca de recuerdos que se desmadejan como los anuncios en los muros de mi ciudad.

 
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