Estoy cansado de escuchar las peroratas de los otros, y, el sabor amargo que la existencia va dejando en sus bocas me da asco.
¿Acaso no llega el día en el que quieres abofetear la limpita faz de algún hijo de puta por el sólo hecho de reírse?
¿Acaso no te ha cruzado por la cabeza la imagen placentera y divina de una violación masiva a aquella mujer que en todo va orinando su desprecio o el afán de muerte de su feminidad sublime? (yo mismo me reprocho esta imagen y a más de dos mujeres les he deseado tan digna afrenta)
Adoro el cuchillo sobre la garganta de los justos, esos que van protegidos bajo la sombra de las causas política o socialmente correctas.
A la mierda los ecologistas y las feministas y los imbéciles noenazis, a la mierda los narcos y el Papa y los pendejos que piensan en la salvación de la humanidad de cualquier forma o modo posible.
Todo el tiempo debes ser cortés y simpático y afable, ser asertivo y emocionalmente maduro, limpio y agradable, gracioso, buen amigo, colega, compañero, amante, esposo, novio, hombre o humano.
No dices que quieres meterle por la garganta un lápiz al idiota que va presumiendo su fortuna.
Que quieres darle una patada en el culo al queridito personaje que escupe frente a ti en la calle.
Que no aguantas las quejas de aquella señora jodida y pusilánime que no deja de parlotear que todo está más caro en el mercado y que tienes ganas de decirle que se de un tiro.
Que quieres taparle la boca hasta que reviente a esa que no puede dejar de martillarte la cabeza con sus eternos soliloquios sobre lo mierda que son los hombres con ella
¡Mujer, agarra unas tijeras de podar y castra a todos los PUTOS hombres, comienza conmigo y luego deja de estar chingando!
Que hay un placer supuestamente vergonzante en mirar las desgracias de otros y saber que no son las tuyas.
Querer empalar a todos los grandes machotes que vituperan a los homosexuales.
Y también a los homosexuales por ese gran orgullo que tienen por gritar a pulmón batiente lo que tendría que ser tan natural.
Querer meter a todos los idiotas a los que les gusta el fútbol en una alcantarilla y prenderles fuego hasta que no queden ni las cenizas.
Martillar la cabeza de todos cuantos van por ahí sintiéndose satisfechos por las limosnas o el apoyo dado, de cualquier forma, a los pobres pobres, hay pobrecitos, pooobrecitos.
Querer ver a dios de frente y escupirle al rostro hasta que deje de pensar que existe.
¿No?