abril 03, 2008

Sólo principio y fin

Las personas llegan así: …

Los labios dibujan frases en la espina dorsal, el olor de un cuello, el sonido de los pasos sobre el pasto adormilado bajo el calor del verano prematuro, el roce coqueto de los nudillos al caminar en alguna atestada calle del centro, la angustia ante la palabra embarazosa dicha a destiempo o la lágrima fácil ante el pasmado silencio de una hermosa frase viendo la luz del lago a las cinco, la lentitud de las sombras más allá de la ventana escuchando viejos acetatos de Mose Allison o José Alfredo, y la nieve de limón tendidos en el techo mientras las nubes hacen surcos invisibles en la parquedad de un cielo que no termina de ser azul jamás.


Las personas desaparecen así: …








(Nunca se sabe qué paso o qué mirada a quién sabe qué luz de media tarde quedará impresa en el nitrato de plata de las pupilas. O que espalda alejándose o mano agitando los pequeños dedos o sonrisa que cierra la puerta o giro en la esquina será la última imagen)


Sin despedidas de telenovela. El curso del tiempo sin rasgos de amor por la existencia.

Sólo principio y fin.

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