mayo 21, 2008

La gran victoria del Manchester sobre el Chelsea

Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia. Ciento veinte gloriosos minutos de un ir y venir lleno de golpes y barridas, arriesgar el físico, respetar la alineación defensiva y ofensiva, el papelito pues, se sabe que ninguna guerra se gana sin una buena estrategia. Luego la “fusilada” (todo tiene que hacer alusión a la guerra) y el que parecía ser un final épico, en manos del capitán, que al modo de Héctor había repelido al Manchester hasta las naves en la playa, se dispone, respira, la lluvia en su frente y falla, termina en una triste exhalación, que en un segundo, hace pasar a un hombre de la furia y arrojo totales a la frustración inconcebible.

Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia. En algún momento la gran copa orejona pasa por todas las manos y, se dice, la copa irá a hacer guardia allá a donde murieron aquellos jugadores años atrás. El himno a la alegría suena en los altavoces del estadio, supongo que a Mozart eso le habría disgustado, pero sólo peco de puritano, es más, creo que estaría agradecido de participar en tan noble e importante victoria. Las barras y los asistentes vitorean, el paroxismo, miles de bocas celebran, fiesta y fiesta, fiesta. Victoria.

Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia. El día D y los millares de cadáveres que enrojecen la arena y la espuma del mar por unos miserables metros de playa. Las adelas con el fusil en la espalda, agarradas al caballo de sus maridos, tomar los orines, ser putas y madres y criadas y soldaderas, todo en uno, qué glorioso. Los niños de Bolívar con el cuchillo en la boca, esperando, aguantando el último instante para luego caer sobre los boinas verdes en mitad de la selva, sin otro vitor que el de la jungla movida por el viento ni otro premio más que la posibilidad de aferrarse a la vida un día más.

Lástima que no halla cámaras de alta definición transmitiendo en tiempo real, con grandes campañas publicitarias, sería hermoso ver cómo es que un muchachito se encarama bajo las orugas de un blindado en las desolaciones del desierto, para hacerlo volar, pero, oh, el soldadito lo ha visto, saca por la escotilla la M4 y dispara, falla, el niño trata de cubrirse, el del fusil recompone la mira, dispara y ohhhhh, aciertaaaa señores. Diez y seis ángulos, repetición patrocinada por una marca de pistolas automáticas, la carne abierta, sanguinolenta, el rostro adolorido, la imagen da la vuelta al mundo en menos de un segundo. La gente histérica llora la derrota del niño. El soldadito malo festeja su victoria y se prepara a seguir en el juego. Tal vez las hinchadas salgan a destrozar la ciudad, coléricas, llenas de frustración porque han matado a su pequeño jugador. Duelo nacional, tres minutos de silencio, entierro de héroe para alguien que ganaba millones al año en publicidad y portaba la camiseta con tanto amor. Porque escúchenme, soy capaz de agarrarme a trompadas con cualquiera por la camiseta de mi equipo, no hay nada que valga más la pena y que nadie se atreva a contrariarme.

Hoy todos estábamos con el Chelsea, no cabe duda. Veo la figura de Ronaldo bocabajo llorando bajo la lluvia y también me dan ganas de llorar y no sé por qué, los soldaditos malos y los pequeño muchachitos están en otra parte y supongo que no le importan a nadie, pues no hay cámaras de alta definición, ni millares de hinchas, ni patrocinadores multimillonarios apoyándolos, así que para qué llorar.

1 vistazos por la ventana:

Luisz dijo...

Genial ...

Les dicen los 'sin nombre' y en realidad a nadie le importan. ese espectáculo de la guerra patrocinada tendría dos posibles consecuencias. Primera: el horror de la gente común al inicio de la transmisión; y segunda: la inmunidad al dolor ajeno que provoca la costumbre.

¿Conoces la historia de Kevin Carter, el fotógrafo?



Saludos.

 
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