octubre 28, 2008

Perros y perras

Fui a un taller de bicis a que le adaptaran un pequeño asiento al cuadro de mi bici para poder llevar a Mardí sentadita. El imbécil que atendía el changarro me dijo que estaba loco y se rió de mí. Suelo ser una persona muy recatada y diplomática (¡Sí claro!), pero no soporté su burla, especialmente porque mi perrita está hermosa, “lo que quiera hacer con mi pinche bicicleta es mi pedo, pendejo, ¿se lo vas a poner o no?”, le dije. El imbécil se limitó a decir “llévala a otra parte”. Y me fui a otra parte todo yo bien rudo después de recordarle a su madre (que rudo soy). En otro taller fue más o menos lo mismo y en un tercero y... en un cuarto ¿Qué carajos tiene de malo que quiera pasear a mi perra en bicicleta? Ya decepcionado y sintiéndome ridículo me encontré con un lugar de bicis que nunca había visto, le explique mi plan al chavo que atendía; él me hizo preguntas, bonachón, pero enserio, medidas, lugar, el carácter de Mardí y dijo que me haría un asientito tal y color tal y con unas abrochaduras tal para que Mardí fuera segura. Tanta belleza pensé. Entonces escuché ladrar a un perro y de la parte de atrás salió un pequeño chihuahueño con un collar rosa mexicano con pedrería de fantasía, entonces entendí el tono bonachón del tipo que me atendía, “cómo no lo deduje desde el principio, este tío es homosexual” pensé. No cabe duda: soy toda una nena. Snif.

1 vistazos por la ventana:

zintitulo dijo...

HOLA DON H,
CHANGOS!!!
TODO IBA TAN BIEN CON LO DEL ASIENTO Y LA BUENA ONDA DEL TIPO Y...JAJAJA.

ME PARECE UNA IDEA ESTUPENDA QUE QUIERAS SALIR CON MARDI.

SALUDITOS,
Z.

 
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