agosto 27, 2008

Gato roñoso

Yo quería dormir mucho pero tenía que ir a ver a Dávil actuar. Esa noche soñé que Will, el de Pullman, me enterraba la daga y me enviaba al mundo de los muertos (eso pasa cuando lees literatura barata de esa con la que te la pasas llorando y que no la puedes soltar), todo porque me enamoraba de Lyra.

La nave de los locos me dejó raro. Fuimos a comer cortes argentinos y a chelear. Ahí estaban los actores de la nave, cómo siempre no sabía que decir, cómo siempre los tipos hacían comentarios ingeniosos sobre la obra y sobre sus cosas y yo no sabía que comentar (usualmente se me ocurren cosas sarcásticas o fuera de tono y por eso mejor me quedo callado), cómo siempre las chicas me pusieron nervioso (no entiendo porque hablan tanto y se mueven tanto y se te acercan tanto), menos una: una Sofía, delgadita, con el mentón salido y una vocecita de niña chípil bien tierna, bien bonita.

Camino a lo de Eduardo II íbamos fumándonos un churrito sobre insurgentes con el señor Waits de fondo. Me sorprendió que a Sofía le gustara don Waits (cómo si yo fuera el único que lo conociera). Traté de hacerle charla pero ella iba manejando y echándole miradas pizpiretas a Dávil (adoro la palabra pizpireta). Salió la idea de un vodkita y entrar perdidos al teatro, pero nadie nos secundó. En la entrada había pura gente del medio, todos lindos, vestidos al modo de los teatreros, platicadores, con poses y sonrisas bien ensayadas, carajo, me sentía fuera de lugar.

A la salida había bocadillos y vino. Los actores de Eduardo se hicieron esperar. La gente es rara (más bien muy normal). Destrozaron la obra pero apenas vieron a los actores les aplaudieron y comenzaron un estrepitoso desfile de felicitaciones. Había un ruquito gay atosigando a Dávil; el actor principal se la pasaba repartiendo vino de la botella que traía en la mano, haciendo interjecciones escandalosas y pronunciando un largo graaaacias, con reverencia y todo, a cuanto hipócrita criticador de la obra se le acercaba a decirle que lo había hecho estremecer hasta el llanto. BLA. La verdad yo también felicité a un par, qué le hago al cuento. Sofía apenas cruzó palabra conmigo y terminé charlando con una niña que decía, en tonito condechi, que prefería leer ética para Amador que irse a perisur a comprar ropa, la piel se me puso chinita y me quedé callado, en eso llegó uno de los actores, de los que se había encuerado, con una chica bellísima que no conocía y que no lo soltaba. “¡Y es Aries, es Aries!”, le gritaba a la de perisur. Yo no sé que tendría que ver el signo con haberle visto el pene en la obra, pero seguramente ella quedó impresionada con el halo espiritual de sus capacidades histriónicas. Yo también soy Aries, carajo, pura envidia, me siento como un gato roñoso viendo el festín desde la ventana.

Luego se organizaron las reuniones y todo mundo se fue por su lado. Dávil debía actuar temprano y yo tenía una boda (a la cual ya no llegué) así que nos despedimos.

Pensaba en este asunto de las puñaladas. Qué sencillo sería todo si nos dejáramos de imbecilidades y fuéramos honestos de vez en cuando (me mordí la lengua casi literalmente) Quiero ir de nuevo, pero al final de la temporada, cuando ya casi nadie va, cuando todo sale a pedir de boca y la obra, a veces, está a un paso de la perfección.

2 vistazos por la ventana:

*Biquie* dijo...

He intentado ser honesta y a nadie parece gustarle... será que ya estoy muy grande para esas cosas... o muy joven para que me importen

caracol dijo...

mira, que casualidad, pullman y ahora pullman y los ladrones... digo, hadrones. yo pensé que habían metido a unos ladrones a algun lado allá en ginebra, cuando oi por primera vez de eso, y con eso que tienen 81 dias nuestros politicos para arreglar el mundo violento de mexico, pues me dije, estos andan muy creativos... y elgato? hay unso gatos cogiendose por aqui y haciendo mucho ruido...
ya no sé lo que digo, pero lo digo, para que sepas que digo.... aunque no te guste lo que digo cuando lo digo ycomo lo digo... aunque sabrádios que no tienes idea de como lo digo.

 
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