junio 28, 2008

Cuando eres un tipo duro y taimado como yo

Cuando eres un tipo duro y taimado como yo sueles pasar muchas temporadas a solas. Ya saben, dicen que la soledad es mala consejera. Me gusta que me de malos consejos.

Recuerdo una tarde de lunes en el lago, mirando como la luz se fragmentaba sobre la corriente del agua; recuerdo ese viaje a la sierra madre occidental con el olor a encino y los zarzales, las charlas ajenas, la hermosa melancolía de los cielos nublados, el frío y nada más que un cuaderno de notas; recuerdo las caminatas al Tehutli con el sol rasgándome la nuca y la ciudad lejanísima; recuerdo momentos donde mis piernas ligeras esquivaban los autos y los transeúntes del centro, mirando los viejos palacios, las mujeres hermosas, los puestos de chácharas, con el helado de chocolate y las ganas locas de gritar que el mundo era hermoso a pesar de los limpia parabrisas y los indigentes y los tíos con gestos rudos y las señoras gordas y mal olientes. Las exposiciones donde me sentaba horas a no pensar más que en los colores y las líneas graciosas y delicadas, una en especial: la primera vez que fui a Palacio Nacional y me quedé pasmado ante el mural de Rivera, simplemente me senté en las escalinatas y comencé a llorar como un niño perdido. El olmedo Patiño una mañana de verano, lluviosa, el museo vacío y yo a mis anchas como dueño de la casa. Aquél concierto de Silvio en el zócalo coreando canciones que nadie se sabía, los conciertos de la Nezahualcoyotl donde el ensimismamiento me hacía olvidar hasta de mi cuerpo. Playa norte con las nudistas tomando el sol y yo jugueteando con la arena.

Siempre extrañando la presencia de alguien, añorando la figura desconocida, dibujándola en mi mente, unos ojos, los labios, el andar ligero, los cabellos sueltos sobre la frente, los senos pequeños y redondos. Siempre deseando poder compartir como por catéter la sangre agolpada en las falanges por el miedo a la muerte sobre las copas bailoteando y los pájaros perdiéndose hacia el sol, el rico frío en las veredas del bosque, la sensación de hastío las tardes de calor en el centro, el placer de cantar a solas subiendo al metro, los pequeños descubrimientos en el jardín botánico de la universidad, las citas de los libros que me dejaban pasmado por días, los poemas leídos en voz alta frente al lago. Pero nunca había nadie.

De algún modo algo me dice que siempre fue mejor así. Del algún modo el tiempo me dice que de no haber sido de ese modo, seguramente, nunca, ninguna de esas cosas, habría penetrado dentro de mí con tanto amor y tanto vértigo y tanta fuerza, como lo hizo.

Cuando eres un tipo duro y taimado como yo sueles pasar muchas temporadas a solas y sabes, también sabes, que esos días no podrían haber sido inmejorables.

junio 24, 2008

Jamás había visto llorar a mi hermana por un hombre.
Y duele.


junio 23, 2008

Drumond de Andrade o pensando en "por qué a veces soy dios o un redomado sopenco"

Llueve y nada qué hacer. Vi una tonta peli de amor de esas que tanto me gustan en la TV abierta (no tengo cable (la)) sí, lloré, siempre.

Luego Mardí llega a alegrarme con su carita de niña malcriada y su pelota.

Dos segundos después cae un rayo, el único.

Pienso en los anticonsejos a un joven de Drumond de Andrade (ay sí, que intelectual soy): Por egoísmo, ahórrese cualquier especie de sufrimiento. Mardí va como loca por la pelota y aplasta un rosal de mi madre, yo no sé como ser egoísta (já), o, en todo caso, más bien mi egoísmo es el que me orilla a sufrir (nótese el chantaje emocional de mi enunciación)

Drumond: Procure ser justo con los otros; si fuera muy difícil, bondadoso; en el peor de los casos, elusivo. Mardí jadeante se echa a mis pies y recuerdo todas esas veces en las que, el ser bondadoso, me hizo sentir la mejor persona del mundo; elusivo soy casi todo el tiempo y de justicia ni hablar, nada más léase (si no se tiene mucha pereza) esto.

Drumond: Su vanidad asume formas tan sutiles que llega a confundirse con la modestia. Haga una prueba, proceda concientemente como vanidoso y verá como se siente. Mardí se queda dormida y yo fumo. Pienso en todas las veces que alguien tuvo la poco genial gentileza de decirme alguna cosa linda acerca de mí. No sé que sea peor: sentir la falta de afecto en los otros (especialmente si te importan) o sentir el aprecio desmedido, cuando en el fondo sabes que puedes ser un gran hijo de la chingada, como cualquiera, supongo. Me gusta sentir la vanidad que provoca la admiración.

No es gran cosa, también supongo. Siempre hubo y habrá días en los que voy por ahí con la actitud del Aquiles todopoderoso dispuesto a ordenar el (y al) mundo. Luego es sencillo que cualquiera me parta el corazón y me eleve hasta ese gran nicho sagrado que es la humillación.

Bla.

Voy a fumar y me iré a dormir. Mañana tendré tiempo de ser dios y un redomado sopenco.

junio 22, 2008

Poeta:

homosexual de closet idiota con la cabeza llena de pretensiones y que además cree que fue tocado por los dioses.

junio 20, 2008

Time (final)

Pero dije que iba a ser más optimista. Entonces, después de un par de años ya sólo quedan borrosas y brillantes imágenes del pum o plok y el coche haciendo giros de bailarín por la carretera, luego la gentil resistencia del muro de contención izquierdo que nos proyectó hacia el muro derecho. La pequeña maniobra de nuestro conductor suicida que evitó graciosamente el bochorno de que algún feliz paramédico tuviera que quitarnos con pala del pavimento. Entonces, como por acción celestial (oh dios, te amo), faltaba una parte del muro y por ahí entramos hacia un gran colchón de tierra suave y tibia. Nuestro querido cochecito bajó un poco la velocidad pero eso no evitó que diéramos de frente contra un declive del terreno. Ahí fue lo más interesante: el ojo derecho del conductor suicida contra el volante, la clavícula resistiendo el peso bajo la presión del cinturón de seguridad (Niños, los cinturones sí salvan vidas), Rod en una postura de charla con los dioses lanzándose de lleno contra el parabrisas y Davil tratando, de incorporarse, estrella su clavícula contra el reloj de su muñeca que se hace lindos añicos y de paso rompe el hueso. (No sólo los encuentros amorosos hacen daño) Yo, posss la verdad, nomas me encaje en el asiento del conductor que me dejó sin aire y me separé un par de costillas del cartílago de la caja toráxica, me hice un moretón de tres meses en el pie derecho, además de que tardé más de media hora en lograr respirar normalmente. Pero nos fue re bien, la verdad.


Luego Time y los chicos de Pink Floyd salieron de mi vida y no pienso perdonarlos jamás. Quién sabe. (un gran Jáááá)



junio 18, 2008

Dramaturgo:

Dramaturgo: Homosexual idiota con la cabeza llena de pretensiones.

junio 17, 2008

Time (segunda parte)

Ahí se configuraron cosas. Cómo caminos. Dice nuestro conductor suicida que ese día volvió a nacer. Yo no sé. Cada dos segundos algún pobre infeliz o feliz (yo no sé) deja este mundo por X o por Y situación matemática (yo no sé) comprobable (carajo, eso me gustó) Luego me nacieron unas ganas locas de morir cada vez que me subía a un coche, especialmente cada vez que cruzaba el puente de eje Tres y avenida Taxqueña (con X no con S). De pronto me veía tensando todo músculo que se pudiera tensar al menor acelere del vehículo. Luego venían imágenes en las que todos rebotábamos y nos hacíamos trizas después de que la nave rompiera (no sé cómo e increíblemente) los enormes tubos de contención y saliera volando del puente. Es curioso que busques esa sensación de adrenalina envenenándote la sangre, de sonrisa estúpida, de garganta abotargada, de entone de borrachera en un segundo, de furibundo amor por el dolor y la destrucción. Tiempo después nuestro conductor suicida me comentaba que estaba listo para el siguiente accidente (se reía pero lo decía enserio) y yo le decía que sí, que yo igual (y me reía pero también lo decía enserio)

Ahora rara vez escucho Time y justo menos lo hago cuando voy en un auto. Supongo que no es por supersticioso ni porque piense que en cualquier momento mi poderoso y místico sexto sentido me hará saber que pronto voy a morir (casi me sentí como espaiderman) Creo que quedé ciscado (adoro esa palabra) digo ciscado porque literalmente uno se ensucia y la peste tarda años en quitarse, por lo menos yo sigo casi haciéndome pipí en los pantalones cuando alguien le sube a más de 80kmph, sigo reconfigurando cosas en mi cabeza y todas apuntan al fin de mis días de los días de otros y en general: aL fIn dE lOs DíAs De ToDoS lOs dÍaS.

junio 15, 2008

Artista:

Idiota con la cabeza llena de pretensiones.

junio 14, 2008

Time (primera parte)

Una de las únicas veces que estuve a punto de morir: Time de los chicos de Pink Floyd sonaba en el auto estéreo. Íbamos sobre la autopista del sol rumbo a playa desconocida. El auto alcanzó la ridícula velocidad de 160kmph (he escuchado decir que otros han logrado los 200kmph) En ese momento digo a los demás que Time es una rola para morir en la carretera (en serio lo dije) Luego no sé por qué (já) tuve una extraña sensación de abandono cósmico (tal vez el mal estado de la carretera (seguro fue eso y no mi tonta idea de un sexto sentido místico) y el horrorosos calor) le pregunté al Rod si había revisado las llantas (nunca se me va a olvidar el gesto de sorpresa en su rostro y el tonito de falsedad infantil de su voz) diez segundos después, no antes ni después (en verdad, diez segundos después, no antes ni después) la llanta delantera del lado del copiloto hizo un gracioso plum o plok y todo se fue a la mierda.

Hay diferentes versiones al respecto los que iban en el otro auto (laGabila, ElCarlos, Yasser y Ale) lo contaron de varias formas distintas. Me gustó mucho la versión de laGabila porque era la más real, los demás sólo fanfarroneamos. Nuestro gran conductor de carreras no dijo nada (en ese momento). Davil iba dormido. Rod, Rod, Rod hace tiempo que no sé nada de él. El coche quedó fruncido y mientras hacíamos malos chistes porque los cuatro habíamos salido vivos el Carlos nos increpaba “Muchachos, no quiero ser un agua fiestas”, “ay, qué quieres Carlos, ¿no ves que estamos muy divertidos?”, “Es que el coche se está quemando”. Y efectivamente, el coche se estaba incendiando. Se quemaba de forma tan jolibudense: lento el motor prendió la cabina y después de miles de años reventó el tanque de gasolina haciendo un estrepitoso, alucinante, endiablado y grandioso pum que terminó por quemar las cosas de Rod, nuestras compras y nuestras botellas y la gloriosa botella de JB que venía con un botellín de regalo de nuestro querido conductor de carreras.

junio 08, 2008

Primer año del blog (y se me olvida)

El 2 de junio cumplió un año esta bitácora y lo olvidé.
De todas formas no habría sabido qué hacer para celebrarlo.
Un poco porque escribo cosas “mierdosas” que luego tengo ganas de borrar por pena.
Otro tanto porque tengo muchos lectores de esos que googlelean o que han llegado a mi ventana de musiteka, reinzidencia o del blog de mi querida Biquie, que tan amablemente me han linkeado. Ya saben, de esas visitas que se registran en el contador pero que duran cero segundos.
Justo el otro día hablaba con señorita Biquie acerca de algunos inconvenientes que genera un Blog y se me ocurrieron muchos más.

1. No saber de qué hablar.
2. El hastío cuando ya no quieres postear.
3. El hecho de que nadie te comente a menos que tú lo hagas.
4. De lo aburrido, cursi, malo (escribiendo) o ridículo que puedes llegar a ser (por eso nadie comenta supongo)
5. De lo punzante que puede ser la pena y la idea de borrar algo que escribiste y la lucha mental entre hacerlo y no hacerlo porque ya se ha dicho (hasta ahora no he borrado nada, corregido un par de veces)
6. Que en función de todo lo anterior halla días en los que la resaca, el mal tiempo, o las continuas afectaciones psicológicas propias de cualquier citadino, te hagan pensar en mandarlo todo al carajo y borrar el blog de una vez y para siempre.

Otro asunto es las formas tan extrañas o patéticas por las que un visitante llega al blog. Me pregunto qué estaría pensando el energúmeno que llegó a mi blog escribiendo en google: “Videos de mujeres que las duermen para cacharlas”. Y qué relación hay entre alguno de mis post y esa tan sabia y emotiva búsqueda. Otro hubo que escribió: “las pendejadas del Cachi”. ¿Bueno qué puedo decir ante eso? Ni sé quien es el Cachi ni sé el por qué de sus pendejadas. Y cómo ejemplos tengo muchos. Creo que haré una sección que llamaré búsquedas estúpidas o algo así. Aunque también hubo quién llegó escribiendo cosas como “Mujeres bonitas” o “días lluviosos”. Aunque la relación es muy simple, una frase aislada y perdida o a veces una sola palabra. Así es esto.

También alguien me preguntó que porque era tan barbaján con todo lo que decía a veces y además que por qué no publicaba post con cosas que escribía enserio (carajo) “cómo enserio” le pregunté y me dijo, pues sí, cuentos, poesía y tal; yo sólo le dije que me daría flojera hacerlo y ya, aunque lo hice un par de veces y espero no volver a hacerlo.
Pues eso, que tengo un año con este montón de letras colgando de la espalda, suerte de diario indiscreto (qué lugar común me acabo de aventar) y aún hay algunas cosas que me han causado satisfacción. Entre ellas las pocas personas que he conocido por este medio. Todas geniales en algún sentido. La verdad es que soy un misántropo de mierda, a veces medio estúpido, y como tal detesto a la mayoría de las personas. Francamente también he llegado a criticar duramente los post de algunos de mis amigos bloggeros, pero también he admirado, reído o llorado con otros.

Curiosamente este blog empezó porque mi amiga Zita me convenció de hacerlo, y primero era como una suerte de charla con ella, pero eso no duró mucho porque ella jamás me siguió la corriente.
Esta Ventana sobre la Memoria (idea que le fusilé a Eduardo Galeano) me ha dejado ver a otros y que otros me miren. Y no sé a dónde vaya a dar pero de momento creo que voy a seguir mirando a través de ella.

junio 02, 2008

Charla entre amigos

El teléfono. Es Davil. Me monto a la bici y subo las laderas del pueblo. El aire huele divinamente a estiércol de vaca. La chamarra militar arremangada, el tirador del cierre me lastima el cuello. Llego a su casa, Davil me recibe con un abrazo. Un güisqui de 12 años deliciosocomopocascosasenestavida.

Hablamos de teatro, bueno, habla, yo escucho el exordio a lo que después será la siempre eterna charla de mujeres. Cómo es la búsqueda, ellas nos buscan o sólo van al encuentro. Me habla de Brenda y añoro las tierras del norte, la sonrisa blanquísima, la voz chípil, el chispeante “¿Sabes?”. Yo digo que ayer participé en una función de Box y terminé apaleado. Las mujeres son buenas en eso pero no quiero hablar de mi tristeza.

En algún momento todo vira a nuestros años juntos. Davil dice que todo marcha a pedir de boca, los tiempos son duros, pero las piernas son fuertes y el corazón ansioso. Yo digo que fracasé y escapé de todo y que al final caí en un lugar donde no puedo fallar sencillamente porque sería imposible, que el destino es cruel pero bueno al fin y al cabo. Tal vez DiOs existe. Los dos concordamos que eso no se sabrá sino hasta el final. Davil me cuenta la historia de una actriz que salió de Vietnam en bicicleta, pasó por muchos países con conflictos armados y aún con todo llegó así hasta París. Ella quería suicidarse, el hecho de que no sufriera daño alguno para ella fue una señal. Y uno aquí mordiéndose los labios porque el sol quema y las ganas de jambarse el mundo son menos cada vez.

El aire es tibio, un cigarro y otro, más güisqui, luego tinto y terminamos con cervezas. También hablamos de nuestros viejos conocidos, de los amores pasados, de la terca y tonta virtud de saber esperar que el tiempo lo cure todo y que, mientras tanto, los nudos viscerales sirvan para construir cosas.

Sigue esa chispa de la primera charla, sigue ese gesto entre la sonrisa y la ternura en su rostro, aún batallo para descifrar la dureza de los gestos en determinados tópicos: la soledad entre ellos. Aún veo cómo le cuesta entender mi estúpida y suicida convicción por el abandono. Aún nos amamos como la primera vez.

Pienso en la pelea por una tontería que terminó con un vecino apuntándonos con una escopeta, las escapadas de la policía de las que una terminó en el magisterio público durmiendo en el cemento en pleno invierno, en los viajes con la mochila al hombro, las pedas, las caminatas, la mujer que compartimos, el odio mutuo los días de hastío, la terquead de no querer irnos de las fiestas a las que nos colábamos aunque nos corrieran. Las horas en silencio donde nos olvidamos de que estábamos el uno con el otro.

Ahora es distinto. Ya no compartimos proyectos ni horarios ni lugares ni amigos. Pero de pronto eso sólo hace más importantes los encuentros, más joviales, menos pretenciosos, más esperados.

Si él fuera mujer seguramente me le habría enamorado.

Nos despedimos y el abrazo es igual de fuerte y dulce y honesto que la primera vez. Monto la bici y bajo las calles de laderas empinadas sin tener que pedalear, el viento me abotarga el sabor de la cerveza en la garganta. El sol ya se asoma por el lado del lago, los coches ronronean calles abajo. He desarremangado la chamarra y traigo en el pecho esa sensación de que todo estará bien mientras tenga a personas como Davil cerca.

Algo me queda claro: el pesimismo no me lleva a ninguna parte y mis huesos se hacen frágiles y quiero dejar de lastimarlos, quiero que también sepan como se siente la dicha.

Buenos días mundo... hoy te adoro.

 
Elegant de BlogMundi