agosto 30, 2007

Vivan las telenovelas

Llegué a casa y todo era fútbol en la TV. Me puse a ver una telenovela del nueve. Esos guionistas de novelas son unos chingones en toda la extensión de la palabra; qué poder de sinterización, no necesitas haber visto la novela desde el inicio para entenderla.

Personaja A: Roberto Fernando es un interesado y sólo te quiere por el dinero que vamos a heredar.

Personaja B: ¿El de mi abuelo que murió por un paro cardiaco porque el amante de nuestra hermana perdida lo amenazo de muerte?

Personaja A: Si, pero no te olvides del dinero que nos dejó la tía Lucrecia que murió en un extraño accidente.

Personaja B: Claro, por el que me metieron a la cárcel tres años, aunque era inocente, y sólo gracias a la herencia de nuestros papás pudiste sacarme de la cárcel.

Personaja A: Y por eso Roberto Fernando Anastasio es un interesado. Acuérdate que su papá es el jardinero.

Personaja B: Pero yo lo amo con todo mi corazón (aquí hay una excelsa cara compungida) y jamás conoceré ni amaré a nadie más en el mundo y sufriré y moriré de amor si descubro que ¡tú!, María Fernanda Landeros del Monte, mi hermana, tienes razón. Que tienes razón cuando dices que Roberto Fernando Anastasio Rodolfo… ¡Es un interesado! (casi lloro)

Luego me puse a pensar en tipos como Ramos Sucre.

“La miseria nos había reducido a un sótano. Yo sufría a cada paso la censura de mis culpas.

Conserve la satisfacción de no haber ultrajado a mi consorte ni a mis hijos cuando gemían en la oscuridad. El vicio no me negaba a la misericordia.

Enfermaron y murieron de un mal indescifrable, tórpido. Una fiebre, efecto de la vivienda malsana, les suprimió el sentido.

Me he consolado al recordar la agonía del niño superviviente. Se imaginaba con bastante vivacidad el temple de ese día, el primero del año, y señalaba el sol cárdeno y el cielo desnudo. Una figura lo seducía desde un trineo veloz, de campanillas de plata.

Su madre le había descrito una escena parecida antes de abandonarlo en este mundo”.

Qué weba ¿no? Y eso que lo escogí al azar.

Y entiendo perfectamente las cosas ¿quién, en su sano juicio, va a llegar después de una extenuante jornada de ocho horas, más las tres de tráfico ida y vuelta, después de haberse levantado a las cinco de la mañana, haber tragado un tamal de corrida en el pesero, lidiado con el jefe, el (la) esposo (a) los hijos, las cuentas, las dolencias estomacales, etc. a tener la fortaleza de ensuciarse con la brumosa fatalidad de un poeta venido a menos?

Quieres sentarte frente al televisor, quitarte los zapatos húmedos y olvidarte de los hoyos en los calcetines. Qué chingados me importan los cien mil armenios que mataron los turcos, o que las reformas fiscales derivarán en una disminución global del poder adquisitivo per cápita. Pero, dios de mi vida y de mi corazón, que nadie se atreva a hablarme mientras María Fernanda Landeros y Del Monte le dice a su hermana María Mercedes Landeros y Del Monte que Roberto Fernando Anastasio Rodolfo es un interesado. Nadie, ¿me oyen?

1 vistazos por la ventana:

*Biquie* dijo...

La hora de la novela es sagrada hasta para el diablo señorito :)

 
Elegant de BlogMundi