Milnovecientosochentaicinco fue un buen año. Se cayeron muchos edificios, esperábamos un mundial, en Centroamérica se hacían mierda, hasta decían que había uno, el comandante cero, que se escondía en la panza de los caimanes, ya el luto por Cabañas era algo en el olvido, los mediorientales morían por cientos, los ambientalistas eran tomados por locos sonofs hipiecooleros (al final le atinaron al calentamiento global, y es que es como estrellarse con una piedrota, ni modo que no la veas). A la gente se le daba por tener sexo con miedo por aquello del sida, los panchitos asaltaban las matinés en los tan anticuados y asquerosos cines de antaño, (a quién se le habrá ocurrido la idea de un cinemex o un cinepolis ¿a dios?(gracias dios)) los Smiths ya daban lata. Bono era combativo e izquierdoso, Yo jugaba de portero en la selección de mi cuadra. Silvio gritaba a los cuatro vientos que al muy pendejo se le había perdido su unicornio, papi Paz se preparaba pa recibir el novel 86, el velcro (Del acrón. fr. velours, terciopelo, y crochet, gancho; OJO:marca registrada.) los cartuchos de música y los permanentes femeninos estaban en su apogeo (a veces me pregunto cómo fui que enloquecí y cualquiera que haya vivido su niñez en los ochentas ahora lo sabe). Los tenis panam hacían estragos en las patas de los adolescentes, mis tías escuchaban a flans y anagrabiel, mi abuelo se quejaba de los dotores, yo quería ser conductor del general (ese era un coche y no mamadas) y me quería casar con lucerito, (pero no se lo digan a nadie). En fin que fue un gran año. Me acordé que cuando iba a la secu veía a las amiguitas de mi carnalita y decía: estas niñas están re tontas. Después crecieron y decía: estas chicas están re bue… bonitas, lástima que nunca les hice caso. Pero… ¿a qué iba todo esto? Ah…. Pos ya se me olvidó. El caso es que fue un buen año. Yo pensaba que Batman era mi tío Beto y yo era Robin. Bueno.
¿Se acuerdan de los juegos de canicas? Yo quería el premio mayor y terminaba con alguna estupidez de vil y chafa plástico. Me acuerdo que estaba enamorado de mi prima Nayeli, luego me enamoré de Sheily y luego de sheila y luego de una Ixel y luego de Naxeli. Y y y y y puras is e is e ys. Pero fue un buen año. El otro día me puse a pensar que dónde estarían las gentes que ahora quiero en esa época, muchas eran niñatos de tres o cuatro años, otros ya jugaban con resortera y me tomaban como niño tonto de seis años y otras, pues otras estaban en los brazos de sus madres. Me acuerdo que mi hermana era una niña de brazos y yo le decía a mi mamá, “Oye, calla a ese perro que no me deja dormir”, ella dijo, “No es un perro, es tu hermana”. Me la enseñó y quedé maravillado, jamás había visto algo tan bonito, chiquito, delicado, blanquito, con olor adorable, quería cargarla y abrazarla y amarla, como Elvira. Esa navidá la pasé en el bosque, escuchando a los coyotes y comiendo buñuelos, con mi abuelo que olía a una mezcla de café y tabaco y duraznos y sudor, me gustaba como olía. Tenía un Voltron (perdón, era Voltus (la versión asiática)
Es curioso el destino. Un día estas en el desierto, frente al avión estrellado, con una caja y un borrego, añorando la rosa de tu pequeño planeta, al otro instante estas con un borracho en Venice, escuchando a stravinsqui, con una buena botella de güisqui, escribiendo la vida de un cartero en busca de mujeres. Luego estás aquí, veintidós años después. Con entradas, panza, dolor en la rodilla, pedo y comiendo takechis saladitos. No hay honor o desgracia, no hay princesas a quién salvar de dragones alados, ni viajes a la luna, ni horas de buscar el tesoro de la isla del tesoro, ni medusas a las qué cortarle la cabeza. Sólo tú y el mundo. Milnovecientosochentaicinco, fue un buen año.
¿Y por qué milnovecientosochentaicnco? Oh, pos porque sí.