octubre 31, 2007

milnovecientosochentaicinco

Milnovecientosochentaicinco fue un buen año. Se cayeron muchos edificios, esperábamos un mundial, en Centroamérica se hacían mierda, hasta decían que había uno, el comandante cero, que se escondía en la panza de los caimanes, ya el luto por Cabañas era algo en el olvido, los mediorientales morían por cientos, los ambientalistas eran tomados por locos sonofs hipiecooleros (al final le atinaron al calentamiento global, y es que es como estrellarse con una piedrota, ni modo que no la veas). A la gente se le daba por tener sexo con miedo por aquello del sida, los panchitos asaltaban las matinés en los tan anticuados y asquerosos cines de antaño, (a quién se le habrá ocurrido la idea de un cinemex o un cinepolis ¿a dios?(gracias dios)) los Smiths ya daban lata. Bono era combativo e izquierdoso, Yo jugaba de portero en la selección de mi cuadra. Silvio gritaba a los cuatro vientos que al muy pendejo se le había perdido su unicornio, papi Paz se preparaba pa recibir el novel 86, el velcro (Del acrón. fr. velours, terciopelo, y crochet, gancho; OJO:marca registrada.) los cartuchos de música y los permanentes femeninos estaban en su apogeo (a veces me pregunto cómo fui que enloquecí y cualquiera que haya vivido su niñez en los ochentas ahora lo sabe). Los tenis panam hacían estragos en las patas de los adolescentes, mis tías escuchaban a flans y anagrabiel, mi abuelo se quejaba de los dotores, yo quería ser conductor del general (ese era un coche y no mamadas) y me quería casar con lucerito, (pero no se lo digan a nadie). En fin que fue un gran año. Me acordé que cuando iba a la secu veía a las amiguitas de mi carnalita y decía: estas niñas están re tontas. Después crecieron y decía: estas chicas están re bue… bonitas, lástima que nunca les hice caso. Pero… ¿a qué iba todo esto? Ah…. Pos ya se me olvidó. El caso es que fue un buen año. Yo pensaba que Batman era mi tío Beto y yo era Robin. Bueno.

¿Se acuerdan de los juegos de canicas? Yo quería el premio mayor y terminaba con alguna estupidez de vil y chafa plástico. Me acuerdo que estaba enamorado de mi prima Nayeli, luego me enamoré de Sheily y luego de sheila y luego de una Ixel y luego de Naxeli. Y y y y y puras is e is e ys. Pero fue un buen año. El otro día me puse a pensar que dónde estarían las gentes que ahora quiero en esa época, muchas eran niñatos de tres o cuatro años, otros ya jugaban con resortera y me tomaban como niño tonto de seis años y otras, pues otras estaban en los brazos de sus madres. Me acuerdo que mi hermana era una niña de brazos y yo le decía a mi mamá, “Oye, calla a ese perro que no me deja dormir”, ella dijo, “No es un perro, es tu hermana”. Me la enseñó y quedé maravillado, jamás había visto algo tan bonito, chiquito, delicado, blanquito, con olor adorable, quería cargarla y abrazarla y amarla, como Elvira. Esa navidá la pasé en el bosque, escuchando a los coyotes y comiendo buñuelos, con mi abuelo que olía a una mezcla de café y tabaco y duraznos y sudor, me gustaba como olía. Tenía un Voltron (perdón, era Voltus (la versión asiática)) que echaba luces por todos lados, tenía un cupe descapotable con salpicaduras azules, faros de alógeno y sin una rechinada de mosca, como los Grand Marquis que vendían, usados, en el cuatro. Fue una niñez horrorosa, de muerte y amargura, y feliz, de cuentos en la cama, trenes de pilas, disfraces de gato, de “¡Ahí viene la mujer loba!”, los Beatles con mis papás bailando después de la cena. Una vez metí un clavo a un contacto y salí volando. Un buen año ese milnovecientosochentaicino.

Es curioso el destino. Un día estas en el desierto, frente al avión estrellado, con una caja y un borrego, añorando la rosa de tu pequeño planeta, al otro instante estas con un borracho en Venice, escuchando a stravinsqui, con una buena botella de güisqui, escribiendo la vida de un cartero en busca de mujeres. Luego estás aquí, veintidós años después. Con entradas, panza, dolor en la rodilla, pedo y comiendo takechis saladitos. No hay honor o desgracia, no hay princesas a quién salvar de dragones alados, ni viajes a la luna, ni horas de buscar el tesoro de la isla del tesoro, ni medusas a las qué cortarle la cabeza. Sólo tú y el mundo. Milnovecientosochentaicinco, fue un buen año.

¿Y por qué milnovecientosochentaicnco? Oh, pos porque sí.

28 de octubre de 2007 1:50

3 vistazos por la ventana:

UMA dijo...

Uy para mi fue un año de porquerìa si hago balances, pero cuando recuerdo intento acordarme de lo mejor y encender velas de esperanza, Travije.
Siempre un placer leerlo.
Besos

*Biquie* dijo...

No se vale señoro... me robastessss, ora tendré que ir a la delegación a levantar un acta y hacer todo ese trámite burocrático tan molesto porque me expropiaste tu comentario.

(Y eso que ahorita no estoy en ayunas)

milnovecientosochentaycinco fue un buen año porque la década más horrorosa estaba en su última mitad, también fue un buen año porque volver al futuro ocurre el veinticinco de octubre de milnovecientosochentaycinco, también fue un buen año porque tembló y la cuidad se sacudió, nos sacudió y supimos de una vez por todas que seguíamos siendo simples mortales. fue un buen año por taaaaaaaantas y taaaaaantas razones malas... pero sí, sí fue un buen año, eso que ni qué.

AtHiNyA dijo...

Milnovecientosochentaicinco fue un año preludio, el terremoto fue el aviso de mi llegada al siguiente año.. Jaja, lo siento.. :)..

Fuerza y pasion!! Que nunca se terminen las ganas..
Excelente Narrativa!!

 
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