septiembre 16, 2007

El caso es que al final se fueron a casa juntos y yo ya debía sentirme afortunado de que no me soltara una cachetada y el Tavo me golpeara

Odio que las personas lleguen tarde, a veces yo soy impuntual pero detesto que las personas lleguen tarde, que alguien llegue tarde es un tan odioso como tener que leer que una persona odia que las personas llegan tarde, pero no sabes que odias más, si el hecho de que también detestas a las personas que llegan tarde, que detestas a los que detestan a las personas que llegan tarde, o que cuando te lo hagan saber ya es tarde para dejar de leerlo y eso también es detestable. Tarde.

T A R D E (y no es título)

Bueno, el punto es que ayer Paty me hizo esperar cuarenta y cinco minutos y decidí largarme al reven sin ella. Luego, ya estando yo en la fiesta, tuvo la genial puntada de decirle a la Yuni que me hablara por teléfono. Tartamudeé cuando noté que era Yuni. Para reclamarme que yo había quedado de pasar por Paty. Recurso que ya le conozco a Paty, tiré la mitad de una cuba sobre la mesa. “tú ¿vas a venir?”, digo. Que sí, que ahora fuese por ella y Paty: “Lo voy a pensar” le dije a Yuni. En ese momento los comensales cercanos me miraban gozosos y risueños. Dijo adiós con ese sonsonete infantil que usaba siempre; entonces imagine, ay, los ojitos entrecerrados, ay, el rostro de ladito, ay, el mechón de cabello sobre la ceja y, ay y ay, el hoyuelo de la mejilla. Ay. Cuando colgué tenía ganas de asesinar a Patricia y como la verdad es que ya me controlo con las demandas de la Yuni pues seguí en lo mío. Ya se sabe, uno asimila el veneno con facilidad después de múltiples dosis. Nadie dijo nada, ya saben que cuando me pongo idiota es por ella y saben que nadie debe decir nada so pena de querer pelear, lo saben, un buen rato conmigo y pues que flojera, igual yo no estaba para eso, lo sé.

Llegaron un par de tipos en moto con unas chicas bien bonitas. En ese momento John tarareaba una canción de Lupillo Rivera, Leti lo miraba anonadada, es que John odia a muerte la música mexicana “¿Qué? mi vida, es que hoy es quince”, le dice a Leti. Los jinetes se apean, varios no podemos evitar ese morboso gesto masculino de mirar mientras las chicas desmontan de las motos. Alguien brinda. Parece que fuimos diseñados para escudriñar, es bien curioso, es como un imán. “Salud, camarada”, digo. A veces es tan compulsivo, poderoso infranqueable. Prendo un cigarro. El deseo de mirar, bueno, no es que uno sea un degenerado, bueno a veces, sí, bueno, bu,e,no, “Va a venir Yuni, yupi, yupi”. Pero uno debería poder mirar las cosas a gusto, eso digo yo. Que también las chicas son finas para eso, y es genial cacharlas en plena mirada braguetera. “Yupi, yupi”. Y hasta alguna -me tocó notar- que salivó. Fumo y fumo. Los ojotes que peló, Lo juro. “Salud otra vez”. Pero hubo una mejor, que hasta me desternillé de la risa. Tomo y tomo. La chica en cuestión, después de mirar, se mordió -con lascivia- (que chula palabra) el labio inferior, allí, junto a la comisura. (Hoy estoy cayendo muy bajo, pero me vale, al fin que nadie me lee) Al darse cuenta que yo me di cuenta, me dijo: has de cuenta que no viste y pues ni en cuenta. “Salud chingao”

En fin que lo de siempre y ya estoy cansado y no hay nada de nuevo y como dice Guillermo Vega y Bartleby: ya todo lo escribieron los griegos. “Hic” Pues hice lo de siempre y pues me puse hasta el carajo. “Hiuc”. Con todo lo que me pusieron enfrente. No soy dado a respetar ese convenio que todo alcohólico. “Hic”. Hace: jamás tomes varios tipos de bebida en una misma peda, eso es malísimo al día siguiente (aun lo resiento) A mi me vale madres. Anoche pasé por una variedad bien variada, ¿si me explico? Y bueno, lo bueno es que me dopé con metadoxina que es buenísima para paliar los efectos de la borrachera y bueno y según al otro día no te da resaca, bueno. Pues amanecí resacoso, malo, y eso que me tome dos pastillas, muy malo, eso me asusta, malísimo. Soy un borracho borrachisimo, ¿sí me explico? Bla. “Hic”.

Un amigo ligó con una chica muy bonita, Diana se llama. “No, camarada, hic, ya no tengo cigarros”, me palpo la bolsa y ahí están. Diana tiene el cabello más lacio que haya visto. No sé en qué momento se abrazaron, llegué por detrás de mi amigo y le plante un beso en la boca a Diana, él ni se dio cuenta, (neta, neta, no es choro) pensé que Diana se enojaría porque, excepto por los holas y las sonrisas de comentarios mutuos, éramos completamente desconocidos, pero no, eso le cayó de mucha gracia y al rato platicamos mucho, con el consabido juego de miradas molestas de Tavo. Diablos, adoro, amo, idolatro, me derrito, muero, mato (suena a mal poema de Girondo (el mío, no Girondo (bueno, a veces también Girondo) que conste en actas) pero ya qué) y resucito por ese par de gloriosos hoyuelitos que las chicas tienen entre la cadera y la espalda. “-Que no tengo cigarros- digo. -Ya te vi la caja- dice y le digo, ¿qué le dije? Le dije: bueno, no quiero darte”, me hace cosquillas y le doy. Pues Diana tenía unos bellísimos. El caso es que al final se fueron a casa juntos y yo ya debía sentirme afortunado de que no me soltara una cachetada y el Tavo me golpeara. Snif. “-¿Sí?, digo. -¿Vas a venir por nosotras o no? (¿suspiráis princesa?, sí me piro) Si, hic, claro, Yu. –Pues apúrate. –Ya, hic, voy hic, yu, hic”. Nunca fui.

Ahora pienso y repienso, bueno, no tanto, ¿por qué no fuistes pedazo de animal? Ya van cerrando los tonos luminosos por el poniente. Galileo se empanturra (esta también está rechula) sobre las escaleras y se tapa los ojos con las patas. Me estoy quedando sin palabras ni ánimos. Recuerdo a la inconmensurable de Olivia. Dejar la viveza sobre el dorso hundido, con el coraje de la última vez y el tic, toc, de su pecho por la espalda. No reparo en el recuento de daños. Adoro a las mujeres con todo ese pantano de ñoñerías que traen bajo el seno izquierdo, con toda esa sublimidad que a veces guardan bajo los cabellos, con todo esa escatológica turbulencia, viscosa, líquida, que hay entre sus piernas (MMM qué rico). Yuni. Mis pasos van sobre las huellas de todos los hombres. Así es vivir. Y no sé a dónde van las huellas de todos los hombre, tampoco creo que todos los hombres hayan pensado con mucha mesura a dónde ponian las patas para dejar esas huellas. Ya me cansé. Fin.

ODIO A LOS IMPUNTUALES.

2 vistazos por la ventana:

Abia Castillo dijo...

Pues yo sí te leo, así que no es necesario el drama de "al fin que nadie me lee, snif..." jeje. Qué te digo, no tendrías por qué sentirte satisfecho sólo por que te faltaron una cachetada y un par de trancazos, la verdad es q uno siempre aspira a más al paso de la noche: más besos, más alcohol (de todos)y más emociones aunque no estoy segura si también se deseen algunos golpes...que dudo q te los merecieras. Esa Yunni me confunde, supongo q hablaste mucho de ella en posts pasados, tendré q checar.
¿Sabes q es lo más odioso de todo? Oír a una persona q no es del todo puntual decir que odia a los que llegan tarde, mi simple opinión!

TrAvIjE dijo...

Querida Abia: tú eres la única que sabe que no soy del todo puntual, así que no se lo digas a nadie. Y Yuni, pos tú también sabes quién es Yuni, de hecho tú fuiste quien oprimió el interruptor.

 
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